Fascismo islámico


o el fracaso del multiculturalismo europeo

Por si faltaban pruebas para demostrar la vigencia de la violencia a partir del Islam, llegó el reciente 7 de octubre con la masacre perpetrada por la organización Hamas contra Israel. Los detalles son tan bárbaros y degenerados humanamente, que cuesta su descripción. Por un descuido de las autoridades militares de Israel, y también, por una precisa preparación de los atacantes, se llevó a cabo una especie de holocausto contra los judíos de Israel y del mundo. Los resultados son extremadamente alucinantes por su perversidad: 1300 asesinados, entre ellos muchos niños pequeños, mujeres, hombres y ancianos de adelantada edad. Unos 5000 heridos, muchos aún en los hospitales en grave estado y, quizá lo peor, 212 personas fueron secuestradas, desde niños de meses a ancianos de casi 90 años de edad. La detallada planificación del ataque, donde participaron miles de terroristas de Hamas, tuvo como trasfondo un largo periodo, cuando el gobierno de Hamas y de la Yihad Islámica, jugaban con los proyectos de modernización de Gaza. Millones de dólares fueron invertidos por los principados árabes, también con la participación europea y la anuencia de Israel. Todo ello fue aprovechado muy bien por parte de Hamas: Primero, utilizando gran parte de dichos fondos para el acopiamiento de armas y la construcción de túneles de ataque. Amen de ello, pretendían adormecer a los guardianes de la seguridad israelí, y hacerles creer que Hamas y la Yihad operaban en beneficio de la población local. Tuvieron pleno éxito en sus cometidos, por ejemplo cuando las autoridades israelíes retiraron parte de las fuerzas de defensa establecidas en torno a Gaza. Las vallas que se construyeron, con torres de vigilancia, parecieron suficientes. Se abrieron las puertas de entrada a Israel a decenas de miles de obreros, especialmente para los rubros de la construcción. Se les proveyó de electricidad, agua potable y gran cantidad de insumos, en particular materiales para la construcción. Las apariencias lograron engañar a muchos, hecho que fue aprovechado eficazmente por Hamas.

Queda mucho por investigar y estudiar al respecto, pero este proceso recuerda en muchos detalles el acontecer en la Europa previa a la 2.ª guerra mundial. Cuando Alemania se armaba y declaraba abiertamente cuáles eran sus metas. Mientras que Inglaterra y Francia habían sido adiestrados a creer en el humanismo; para muchos era ya el final de las guerras mundiales. Pero sabemos qué pasó luego.

Hamas, como otras organizaciones islámicas fundamentalistas, no esconde para nada sus principios y los motivos de ser y actuar. Una síntesis de su ideología lo aclara todo:

«Alá es su propósito, el Profeta es su modelo a seguir, el Corán es su constitución, la guerra santa es su camino y la muerte por la causa de Alá es el mayor de sus deseos». Cada terrorista lleva este lema grabado en el pañuelo que porta en su frente.

El mundo árabe musulmán no puede adjudicarse casi ningún síntoma de progreso al estilo europeo, ni tampoco existe nación alguna que porte algún tipo de democracia. Son todos, casi sin excepción modelos de tiranías. Sus pueblos están acostumbrados a la obediencia ciega, desde la cuna del patriarcado familiar. En especial las mujeres, estando siempre a la sombra de cualquier hombre, ya sea su padre, esposo o hermano varón. Quien osa expresar alguna mínima forma de crítica, recibe su castigo, que a veces es la muerte misma. En Irán opera una policía de la moral, que controla la vestimenta de las mujeres. Ya sucedió que una joven que llevaba su cobertor en su cabeza, no según el gusto de los hombres armados, fue asesinada sin más. Una jovencita de apenas 14 años yace ahora en estado de coma en un hospital, por la misma razón.

En general hay una gran contradicción entre la forma de concebir la vida de comunidad entre los musulmanes y los europeos (incluyendo también a todos los países occidentales). La misoginia y la misántropia, evidencian todos ellos las grandes dificultades que se oponen a toda convivencia. Es cierto que no se debe culpar a toda una masa de personas por la acción de ciertos grupos extremistas, pero llegado el momento de una confrontación, dicha masa no se puede oponer. Cuando no existe desde el principio ningún valor democrático, tal como se da en la constitución familiar, no se puede esperar otra conducta en el seno de la comunidad o el país de adopción.

El psicólogo social Gustave Lebon, hizo una síntesis del efecto de las masas:

Las multitudes organizadas siempre han desempeñado un papel importante en la vida de los pueblos, pero este papel nunca ha sido tan importante como ahora. La sustitución de la acción consciente de los individuos por la acción inconsciente de las masas es una de las principales características de la época actual. (Esta cita data del año 1896)

Lebon sugiere que el individuo es doblegado por la voluntad de otros, como ser, líderes carismáticos perdiendo su propia voluntad. De la “acción consciente” pasa fácilmente a la “acción inconsciente”. Entonces ya no es más el individuo mismo, sino otro ser inconsciente. Según Lebon, en esas circunstancias… “Es creada una nueva entidad con propiedades completamente diferentes a las de las células aisladas”. Esta interpretación permite diferenciar entre la persona a nivel individual, cuando no está bajo presión externa alguna, y en el momento que pasa a ser parte de algún ente social que lo compromete.

Las sociedades bajo el dominio del Islam, siempre son aptas para el adoctrinamiento intensivo. Y lo que más confunde es cuando se trata de personas que como individuos son sobresalientes en algún otro campo. Así, podría tratarse de profesionales, académicos, intelectuales de todo tipo, que de pronto se transforman en parte de algún ente colectivo. Entonces sus cualidades individuales desaparecen, al pasar a ser parte de una “masa psicológica”, como lo define Lebon.

Tal estado potencial de cosas, no puede ser tratado por políticas de acción humanistas, por cuanto sus instituciones públicas no toman parte en el proceso educativo y cultural de dichas comunidades. Las raíces del patriarcado y el rechazo a la democracia, son muy profundas. Cualquier acción por parte del estado anfitrión, es mal vista y produce un rechazo aún mayor. No es casual que los barrios de inmigrantes se conviertan rápidamente en guetos, que son extraterritoriales para el estado.

No pretendo aquí formular algún tipo de política al respecto de tal problemática, solo advertir del inminente peligro que tales grupos pueden representar para los estados anfitriones.

Josef Carel

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