Cinco mujeres


Se reúnen una vez al mes, desde hace más o menos diez años. La iniciativa había sido de una psicóloga que atendía un consultorio en el barrio y tuvo la buena idea de formar un grupo de autoayuda (o algo similar) para enseñarles a fortalecerse pretendiendo que entendieran a la soledad como a una buena amiga, aprendiendo dosificarla sin caer en la exageración. Es lo que las cinco intentan, cada último viernes de mes, a las 17 horas, en el Bar La Sensación, uno de los pocos reductos al viejo estilo que se resisten a las tentaciones de la modernidad.

El sitio es pequeño, aunque confortable, con sus mesitas de madera gastada y sillas que acaso precisarían de una mano de barniz para aportar un tantito de luz a tanta opacidad. Hay aroma a hogar en las medialunas que emergen cada día del horno antiguo y persistente. Unos pocos parroquianos cómplices del viejo mesero completan el escueto panorama del lugar.

Ellas no aprendieron mucho de las charlas de la psicóloga, pero saben que es bueno tener un lugarcito en el mundo para reconocerse con sus pares y compartir sus debilidades, ensoñaciones y pesadillas.

Luisa, Norma, la turca Zulma, Edith y Olga, la rusa, son las asiduas concurrentes de los viernes, que a veces se integra con alguna ocasional paseante, atraída por retazos de conversaciones ambiguas, casi siempre recurrentes en el tema del avance del tiempo, los avatares de la salud, las jubilaciones insuficientes y alguna que otra lectura de un texto literario esbozado durante la interminable vigilia del invierno.

La psicóloga ya no está y estas  cinco mujeres no se preguntan la razón. Tal vez se mudó, dice una. O acaso se volvió a casar, arriesga otra.

En verdad, poco y nada les importa, ellas persisten sabiendo que el tiempo final está cercano y sostenerse entre todas es la medida justa para avizorarlo con un poco menos de miedo y mucho más de seguridad, sabiéndose comprendidas y acompañadas, aunque solamente sea un viernes de cada mes, a las cinco en punto de la tarde.

Hoy es jueves, mañana pasaré por La Sensación, me gusta ver a la tía Zulma integrada al grupo, lejos de la nostalgia y muy cerca de lo más parecido a un momento de felicidad. Ella no me verá, pero sabrá que estaré cerca, como siempre.

Catalina Zentner Levin

4 comentarios sobre “Cinco mujeres

  1. Precioso y tierno relato. Felicitaciones a la autora. Un abrazo

    El 26/08/18 a las 06:29, Kosas y algo mas escribió: > WordPress.com > catalinazentner posted: «Se reúnen una vez al mes, desde hace más o > menos diez años. La iniciativa había sido de una psicóloga que atendía > un consultorio en el barrio y tuvo la buena idea de formar un grupo de > autoayuda (o algo similar) para enseñarles a fortalecerse pretendiendo» >

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