Vivir en Israel es una verdadera proeza, es una pequeña nación que siempre está amenazada o en guerra.
A lo largo de su historia, desde hace 76 años, el deseo de paz y libertad está siempre presente, pero no es nada fácil lograrlo, es el único país en democracia, rodeado de países árabes hostiles, aunque no todos son enemigos.
Voy a relatar en pocas palabras mi experiencia desde que vivo en Israel, desde hace casi 18 años.
Cuando supe que debía venir, me negué de forma rotunda, pues estoy orgullosa de decir, soy venezolana, mi tierra soñada, donde estudié y tuve una vida grata que se ensombreció con la llegada de Rafael Chávez Frías al poder.
Desde entonces, la vida para los judíos allá no fue nada fácil, vivimos sucesos desagradables por los cuales con mucho dolor tuvimos que dejar a nuestra querida Venezuela.
Así fue como comenzó mi vida en Israel, donde no deseaba estar por las diferencias tan grandes que existen en comparación con Venezuela.
La gente en general es de un carácter fuerte, debido a las guerras en que muchas veces han estado.
El idioma, me parecía chino, pero con el tiempo aprendí y me puedo defender de los abusadores que pensaban que por no saber se colaban en los supermercados, decían que si no hablas el idioma ni vuelvas acá, entre otras muchas experiencias.
Soy periodista, pero de ninguna manera podía ejercer por no tener el idioma, para subsistir trabajé un buen tiempo con bebés. Esa labor fue muy agradable, también mi trato con los padres, hasta la fecha mantengo contacto con algunos y he visto a mis bebés crecer.
Hoy, después de tantos años, me siento orgullosa no solo de ser judía, sino de vivir en Israel.
Es cierto, la vida no es nada fácil, pero a la hora de una amenaza de guerra, debemos estar unidos cuando tenemos que enfrentar las sirenas, que nos avisan que hay peligro, después escuchar a lo lejos el sonido de las bombas que nuestro Ejército interceptó y muchas cayeron en terrenos baldíos.
En ocasiones, los muertos son personas o soldados de Israel que son asesinados, todos sufrimos esas injustas bajas, pero así es la guerra.
Después de tantos años, puedo decir sin que me quede nada por dentro, que me defiendo hablando, tengo pocos miembros de mi familia que viven cerca. Hace unos 4 años comencé a pintar y también escribo.
Cuando estoy en esos menesteres me olvido del sufrimiento y el dolor que nos causa la guerra, esta última lleva más de 9 meses, con secuestrados, asesinados, palestinos inocentes padeciendo lo indecible y… mucho más.
Después de todo ese tiempo, me transformé en otra persona, soy más exigente, peleo por lo que me parece injusto, ayudo a quienes lo necesitan, tengo buenas amistades, buenos vecinos y a veces puedo afirmar que soy feliz.
Agradezco día y noche a Dios por sentirlo siempre a mi lado, porque es mi guía.
Cuando rezo lo hago por mis enemigos, conocidos, amigos y mi familia.
Colaboración de Regina Mizrahi
