Sur les ponts de París …. !là là larala là là¡


Sí así es, los juegos olímpicos han terminado y los españoles se quedan muy contentos de las medallas ganadas y sobre todo el ver a una hermosa generación luchando, por mejorar en todas las condiciones, por supuesto.

Y claro vuelven al recuerdo todos aquellos años que vivimos, trabajando y estudiando en la hermosa ciudad Luz, como se suele llamar a París.

Los paseos al borde del Sena, eran una obligación, todas las semanas a veces con “le bateau mouche” otras dando un paseo. Los sábados íbamos al Louvre un museo impresionante no tan grande como el Hermitage, de Rusia, y me pregunto cuantas veces habré visitado la “Geoconde”, la venus de Milo (sin brazos, claro) la estatua de Samotrace, hermosas figuras que según se decía se había traído Napoleón.

En aquella época y a pesar de que la segunda guerra mundial hacía veinte años que había terminado, las secuelas de aquella atrocidad seguían latente porque una guerra dura lo que duran sus secuelas, estoy segura, no se olvidan nunca. Y oímos a la Edith Piaf, a la norteamericana Josephine Baker, con su charlestón, aunque entonces ya era una persona mayor, había adoptada veintitrés niños y la ciudadanía de París hizo una colecta para ayudarla económicamente y ….cuantas vivencias que luego se olvidan, otras quedan en el corazón para siempre

Bebiendo casi sin parar de una botella de vino, un clochard (vagabundo) decimos nosotros, nos pusimos a charlar con él, resulta que era médico y yo no salía de mi asombro. Nos contó que fue deportado a un campo de concentración y como era médico, evito ser gaseado y los rusos entraron en Auschwitz liberaron a todo el campo y pudo volver a su casa, pero ya no había nadie, todos habían sido eliminados y él calmaba su desesperación con el alcohol. Muchos otros testimonios que vivieron aquellas atrocidades que pude averiguar me dejaron muy impresionada, por eso recordando al Barón Pierre de Coubertin, que organizó los primeros juegos olímpicos, imitando a la antigua Gracia, quizás con la intención de que es bueno combatir, pero nunca haciendo guerras porque estas, solo llevan a la muerte y a la destrucción y sus secuelas no se olvidan jamás.

Salomé Moltó

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