El centro de toda circunstancia está ocupado siempre por intereses. Deben ser considerados como auténtica realidad. Pero, claro, es necesario saber conocer lo más importante, el lugar exacto en que nos encontramos. Desde la otra orilla, cuando las dificultades, siempre se encuentra el verdadero dilema, todavía sin traducir al entendimiento de las oportunidades. Desde la otra orilla hay, son visibles toda clase de dificultades: ¡Siendo, allí, todo tinieblas, ofreciendo la clave de infinitas formas, para las conductas sociales! Hermoso es soñar que ‘los sueños’ pueden decorar ese espacio oculto de nuestra silenciada condición humana. Y siempre podremos definir –a capricho-, la condición mencionada, como ‘lo más personal de nuestro inteligente cerebro’. El Universo del Cerebro, dicho sea de paso; tiene mucho que ver con lo que es y vale la conducta de cada opinión sincera, cuando pertenece a los humanos sentimientos. ‘Desde la otra orilla’ -no muy distante de nosotros mismos-’, las escenas muestran el conjunto de lo que no puede ser diferente a la promesa de sembrar las verdades, que pudieran faltar, en la toma de decisiones cotidianas. Eso que tanto cuesta encontrar y mucho en comprender. Se trata de ceñir a la comprensión un listado de hechos, desde donde la sociabilidad, tenga que despejarse con sobrada convicción. ¡Vaya con la puja sobre la Duda! La costumbre de vernos sometidos al capricho de ciertas ‘leyes’, pone en entredicho el verdadero calificativo notable, es decir, lo mejor en la clasificación, sobre todo entre las exclusivas del momento espectacular, por lo menos, al considerar que necesitamos de esa sabiduría informativa, desde ‘la otra orilla’; pues siempre veremos con sobrada nitidez, el perfil de los osados, el perfil del superdotado, el perfil de los-las infranqueables fisuras sociales, siempre obstinadas.
Va bien, desde este instante, ver lo que sucede en la otra orilla: esos discursos de conquista, esos discursos para difuminar las envidias y los fracasos: en definitiva, razonar todo lo que no puede ser de otra forma. ¡La critica tiene su propio poder de persuasión! Y cuando pretende dominar la critica, se transforman los valores en ‘metales corrosivos’. Siendo incuestionable, bien merecido, poder disfrutar de los contenidos, que siempre tienen que ver -y mucho-, con las conductas comprometidas con formas civilizadas, pues siempre protegen el decoro de la necesidad apremiante. La mirada a los complejos asuntos de la Sociedad que nos alberga, son uno de los compromisos más apremiantes, porque de ellos depende el éxito de posible futuro.
En la otra orilla siempre estarán las viciadas costumbres, los contradictorios sueños, impropios del momento en que debemos despejar: Igualmente se apreciarán los bellos valores del mundanal ruido de los conflictos, siendo belicosos en su mayor parte. ¡Siempre hay otra orilla! A pesar de que ignoremos su verdadero estado de confort. Más allá del cercano escenario de los eventos, bien seguro resulta que, las algaradas y los improvisados protagonistas, todo puede ser un juego circense. Todo lo que ‘improvisa’ suele ir acompañado por la suerte fugaz -desconocida-; ya que es realidad, ver que ‘algo nos ronda o visita’, al tiempo que suele cambiar toda clase de costumbres, aunque sean rutinas caco fónicas. Desde la otra orilla, casi todo es poco menos que intriga; desde la otra orilla, ‘todo es una realidad’, al menos, que despeja, las dudas de la imaginación: Esa cosa que surge, después de haber consultado con los acertados criterios del sabio, ‘siempre despierto cerebro’. En la otra orilla siempre está lo que desconocemos, lo que resuelve, lo que pregunta, lo que suele alimentar el disfrute de todo lo que satisface. ¡Busquemos siempre lo que hay en la otra orilla! Hay que navegar y cosechar nuevos horizontes, pues casi siempre están en la otra orilla.
Colaboracion de Floreal R. de la Paz
