La Sociedad alimenta las bravatas con el principio de grandes sufrimientos. Y no es que sea sorprendente ver que acosa constantemente el embrujo de las bravatas. ¡Se pueden prever toda clase de sorpresas, cuando son directamente relacionadas con la conducta! Pero bien cierto que ‘el Ser Humano’ no atiende como debiera, saber enfrentar cualquiera que sea el dardo directo muy veloz hacia las promesas; ‘que nunca se sabe, por qué no es bien visto que estamos desacostumbrados a seguir responsable mente, por toda clase de opiniones y por múltiples improperios -muy abundantes ‘por cierto’-.
* El Estado es un ‘monstruo’ creado para dominar los valores del interés por la Vida. Y siendo considerado ‘un monstruo’, se evidencia lo que permite ver; que no consiga todo aquello que el Ser Humano necesita, por encima de todos los proyectos de ‘su enfermiza legislación política’. No hay gesto de Estado que presienta proteger la conducta Social de los Ciudadanos; considerando ser lo más importante de cuanto sea capaz de predecir. La Administración de un País, no precisa de una estructura política -porque las jerarquías- por mucho que se contenga en lo estricto de la gobernabilidad; pues es cierto, que no necesita su control jerarquizado y presencial, porque la Ciudadanía, sabría -mejor que nadie más- desenvolverse, ante su orden interno, ante su seguridad, ante los demás imperativos y, sobre todo, ante el criterio responsable, sin la influencia de las jerarquías; por ser siempre absurdas; tristemente dotadas de alucinantes resultados. Es decir, la bravata es un arma política que suele utilizar “la profesionalidad” para orientar -’desorientando’-; puesto que la Sociedad debe atenerse a lo que “el Clan Político -de turno-” impone para estar gobernados por la tragedia que pudiera ser improvisada; impropia de lo que debe ser equitativo con sensatez. El rumbo de la Sociedad debiera estar controlado por el firme propósito de proteger los deberes sociales, a los que hay que aplicar, lo que los gobernantes no aciertan a ordenar, como bien merece un Pueblo, un País y las sociedades del Universo globalizado. Todas las bravatas son gestadas políticamente, desde los ‘intereses abrasivos’. Sirven para dominar las peores y extrañas situaciones de la Sociedad. La bravuconada es propia de salteadores, con su estilo político, confundiendo a los Ciudadanos. La responsabilidad de los estragos que suelen improvisar, sobre todo en las costumbres constructivas; sirven igualmente para distorsionar objetivos programados para futuro inmediato. ¡Nada fiable toda promesa que venga del ‘clan político’! En los ejemplos conocidos, en que se viera comprometido el éxito de las promesas; de ninguna manera pueden ser consideradas con éxito para la Clase Obrera; para la clase que se cree dueña, o propietaria de los intereses que defiende, esta endémica realidad desde la gobernabilidad, estando dependiente del incompatible hecho del Estado; que es el encargado -por Decreto Ley-, del deseado impuesto usurpador del derecho más preciado; de parte de la Ciudadanía, que nunca participa en la destrucción del bienestar Social. ¡Construir! Es el mayor Valor de la Clase Obrera. En ello se juega la Sociedad su valía para Gobernar; en ello arriesga la Clase Obrera, culminar los esfuerzos, por tanto como se ve deteriorado, porque estamos gobernados con reservas preocupantes.
* Importa saber y entender que las políticas que nos vienen gobernando, sirven a la Carta su Menú: Aunque se trate de transparentar los grandes eventos que suelen acosar, con sobrada permanencia: En el Trabajo; Paro. En el disfrute de la sobriedad; demasiada incertidumbre. En los proyectos de futuro; incredulidad excesiva. En las obligaciones Sociales; fingimiento de costumbres imprevistas. Siendo pormenorizado el pensamiento de los sueños.
por Floreal Rodríguez de la Paz
