Jacinto el jardinero del bloque de apartamentos de un barrio límite de la ciudad encontró un balón pinchado
.-Hola Daniel¡ ¿qué haces escondido entre las plantas del jardín?
El niño miró a su vecino que lo estaba interrogando pero no le contesto, giró la cabeza y empezó a mirar hacia otro lado.
.- He encontrado esta pelota en mi ventana, no sé quién ha podido colocarla allí, bueno, sucreo que con un buen puntapié… y supongo que has sido tu.
El niño siguió con la cabeza hacía un lado sin hacer caso a las presuntas de su vecino, finalmente se dio la vuelta y le contestó.
.-¡Son esos malvados que juegan con el balón y lo lanzan a todas partes¡
.-Es verdad que en este patio juegan todos los hijos de los vecinos y los amiguetes que traen, pero veo que tu estás enfadado por que no juegan contigo.
.- Yo no necesito que me inviten a sus juegos.
.-Te equivocas, sino, no hueras pinchado la pelota. Verás, te voy a proponer una cosa. Resulta que soy entrenador de fútbol de un colegio, pero aunque a ese colegio tu no vas, vamos a hacer una cosa. El domingo te vienes conmigo a ver el partido y así te distraes. No te preocupes se lo diré a tus padres. ¿Vale?, ya me dices………
.- No, no pienso ir, puede irse sin mi.
Cuando el mal humor del muchacho fue disminuyendo la idea de ir a ver el partido de fútbol no le parecía tan negativa.
.-Don German, nuestro vecino, es muy simpático y si es entrenador de fútbol a lo mejor te gusta ver el partido del domingo. Tu padre y yo nos vamos de comida con los amigos.
Lo que no se podía suponer, era que Daniel le tomó mucho interés al deporte llegando a jugar tiempo después, en un equipo nacional y por supuesto ganar mucho dinero que no le vino nada mal a la familia.
Cosas que nos improvisan, por un simple pinchazo en la pelota.
Salomé Moltó
