No volvieron, continuaron


Muchas veces se aprende mucho de la vida, no solo por leer libros, periódicos, textos diversos, no, algunas veces prestando atención a las charlas y actitudes de los vecinos, de los amigos, incluso de cualquier viandante si solemos prestar la debida atención. Así me lo comentaba un amigo, qué viejo y cojito se daba un paseo muy poco a poco por el parque del bloque de viviendas y cuando sentado en un banco del jardín del barrio, le dije que si era porque le apetecía tomar el sol, me contestó que sí, pero que le gustaba ver volar a los jilgueros, jugar a los niños y comprobar que todavía no se había muerto. ¡Vaya por dios¡le repuse.

.- ¡Cómo es posible que Amparo haya vuelto con su marido, después de lo que le ha hecho?

.- Pues la verdad, que no lo sé, se fue con aquella chica joven, le compró un coche y hermosos días en la playa tomando el sol, bailando, de juerga y no sé cuantas cosas más, y claro cuando se acabaron los dineros, ella se largo con otro y el tuvo que volver a casa y…

.- Así es, y su mujer como si nada, lo ha vuelto a admitir. A lo mejor, ha resurgido otra vez “aquello que parecía muerto”.

.- Déjate, de tonterías¡a saber, la vida da muchas vueltas y nunca se sabe…!

.- Sí, ya, Sabes ese chiste que dice el marido a su mujer, cuando vuelve a casa después de una noche de juerga?

.-No dime

.-María, ¿qué hace ese hombre bajo la cama?

.- No sé, antes estaba encima.

.-Verán señoras, les voy a aclarar la situación. Es verdad que mi marido se fue con una chica joven y ha vuelto. Yo lo he admitido porque fui muy feliz con él durante muchos años a pesar de no haber tenido hijos, yo no puedo tenerlos. No hemos vuelto como pareja, porque lo muerto difícilmente puede renacer, pero yo no olvido que cuando tuve aquel accidente de coche, él estuvo a mi lado en todo momento y dispuesto a hipotecar y gastar cuanto teníamos por si era necesario para una intervención médica. No fue necesario, pero cuando el dolor te asiste, cuando no puedes dormir, cuando las piernas y a veces también los brazos a penas los puedes mover, un apretón de manos, una suave caricia, una sonrisa, curan más que cualquier medicamento. Y hoy vuelve a un espacio en la casa, personal e individual donde sin ninguna presión pueda sentirse bien. Así él vive su vida y yo la mía, pero pendientes de prestarnos ayuda cuando es necesario.

Salomé Moltó

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.