Una charla al azar


Alguien me dijo un día, que las nuevas construcciones urbanísticas son muy deficientes, pues los vecinos pueden oír todo cuanto hacen los vecinos de la pared de al lado porque los ruidos se perciben con toda claridad.

Así que me he enterado cuanto tiempo se usa el cuarto de baño, cuantas veces se le da a la cadena del agua e incluso cuantas veces dan vueltas a la sartén.

.- Eso no me molesta mucho, pero si, cuando a media noche el tacataca de la cama me despierta y espero que el buen hombre termine pronto a ver si puedo dormir pues tengo que madrugar para irme a trabajar.

Oír las charlas de la vecindad, al final te aburren un montón, además ¿qué puede importarme la intimidad de cada cual? Y así me senté en la cornisa con el libro de lectura “La semana trágica” la represión patronal en Barcelona y otros relatos de José Peirats Valls, aquel magnífico compañero, afectado por la poliomielitis que nos recibía en su casa, él y su compañera Ventura, ya fallecidos los dos, y que tanto lucharon por un mundo mejor, más humano y por supuesto, con menos guerras, o mejor sin ninguna.

Pero esa mañana, causó mi atención que Dª Laura, había recibido la inesperada visita de su nuera, que por lo visto no era muy bien recibida, pues el montón de inconvenientes, defectos y “todo lo demás” surgían con fuerza y eso fue precisamente lo que cautivó mi atención. La oí hablar, organizar las cosas y me chocó, con entusiasmo cuando dijo: “Verás Hortensia, se que vas al colegio, ayudas a tu abuela y eso está muy bien, pero tienes que ir a recuperación para que puedas aprobar el curso y terminar el bachiller, ahora bien no solo eso es necesario, tienes que practicar un deporte, bueno ya sé que vas de excursión cuando la abuela te deja, pero ¿y el arte? Tienes que estudiar, dibujo, música o lo que sea. Bueno lo que te guste de verdad, no cualquier cosa

Salomé Moltó

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