Busquemos la orilla sobre costumbres vivificantes


En las formas de entender lo que sucede entre los humanos, siempre estará la fuerza del compromiso y la seguridad de toda pretensión. ¡Pero no si sufrimos la desgana de hacer las cosas como deben realizarse! Es decir, será lo mejor intentar salir de las costumbres que nos predicaron desde la Cuna. En aquellos momentos, de no más de unos cuantos minutos; bien que germinan -y florecen- las sorprendentes ideas, -que seguro- son bien recordadas durante toda la transición de la Vida. Siendo todo un fiel reflejo de cuanto fuera posible ‘en aquella hora de nacer’. ¡Porque es verdad lo de haber nacido! (‘Innegable’, aunque con reservas de mucho cuidado, para entender que ‘somos protagonistas de todos los eventos y vendavales sociales). La orilla de todos los lugares en el extenso horizonte, por muy sinuoso que parezca -es decir-; pues está siempre unido a tantas cosas como solemos ver, en cada momento y circunstancia. Aunque nunca se ven las cosas, en su totalidad, como estando dentro de lo que siempre es la cruda realidad. Desde la orilla cabe pensar que todo es distante. Si, pero tiene su propia magia; ya que es verdad que igualmente, se puede disfrutar de su propia imagen, por muy aterrador que resulte, la contradicción y su mejor forma de comprender, sobre todo, las propiedades de todo lo que se entiende por Vida; mientras se consume el tiempo hermoso que siempre pertenece a los ciudadanos, para que ‘vivir’, no sea ‘una quimera frustrante’, que sólo encuentra trifulcas. El pasado, no es igual si los ‘valores tienen su propio interés’; y son respeta respetados, para que sea posible la fuerza de la ‘verdad’, en caso de que siempre defienda la ‘libertad’. ¡Esa condición que debe ser la más alta expresión del Orden Social! Nunca será posible vivir en Paz, si la ‘libertad está ausente’. ¡Malditas las políticas de Estado! ¡Malditas las oscuras condiciones, que las ‘iglesias’ impones a los ciudadanos; con sus dioses de paja, sus dioses creados para proteger la ignorancia de las culturas ‘imaginadas para no encontrar nunca a los endiosados criterios paganos’! Desde la orilla, aunque no esté representada la mejor curiosidad; quede la evidencia de que debe participar la imaginación, sobre todo en la firmeza de conocer la verdad en su origen más realista. Y cuando pretendamos asomar al interior de los asuntos serios; asuntos que comprometen y derrochan la energía, que nunca sobra; pues eso, que veremos al subordinado, sometido al capricho de los gestos espabilados, desde donde estará siempre presente, el compromiso prometedor y la solución de cuanto somos capaces de defender. Todas las orillas están cerca de los auténticos fenómenos verdaderos; esos que implican y comprometen a satisfacer toda clase de ilusiones. Una ilusión será siempre “pedir lo imposible”; y más sabiendo que “no existe”. ¡Pero de ilusiones, también se vive! Pues siempre será vivificante, lo que promete, lo que se intuye, lo que más convence; a pesar de que no siempre se disfruta del éxito o triunfos soñados. Y es cuando estar en la orilla de las convicciones, pone de moda las emociones y las virtudes, sobre todo en el umbral de las oportunidades. Cómo es el Ser Humano, cuando piensa que es posible “lo imposible”. Ya que desde siempre fuera verdad que somos vulnerables; aunque tangibles, por el qué dirán; sobre todo en todas las formas de la conducta. Es decir, lo vulnerable del cerebro es, no cabe aventurar la duda; pues es lo que puede embellecer el escenario de la poderosa Verdad. Proteger los valores que no son mentira, ya es buen ejercicio; pues debe practicarse durante el largo camino obligado, de por vida. Y cuando se está bien ejercitado en la ponderación, la Vida forma parte de un clima envidiable: ¡Nada tan espectacular como ver que se cumple todo lo que acompaña al ‘orden’; esa cosa tan ausente, mientras la vida se transcurre, en los escenarios de la calma y del cumplimiento del deber social, sobre todo cotidiano. La Orilla de las cosas y de todo deseo; siempre predispone saber seleccionar y ‘separar la paja del grano’. ¡Es la mejor pradera de la Naturaleza civilizada! Hay que saber entender lo que sucede, cuando todo depende de la inteligencia y de las ganas de fomentar lo creativo, y lo que une las formas esperanzadoras, sobre todo, en materia del mejor orden posible.

Y la envidia, siendo necesaria para que todo defienda sus valores; tiene que sosegarse hasta la mayor prudencia. Andar por la orilla, es como ‘pasear por los jardines de los mejores sueños’. Todo depende del mejor cuidado, sobre todo cuando se aplican las mejores formas sociales. Dependemos de nuestra predisposición; dependemos de todo lo que es portador de progreso; somos el juego al que bien sabemos convivir y disfrutar.

Floreal R. de la Paz

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