No hace mucho visité a mi vecina porque otra vecina se había quejado por el ruido de la música.
.- Es que no deja dormir a nadie, ya sé, cómo esta sorda pone el volumen a toda altura.
.-Yo no pongo ninguna música, no tengo ningún aparato, sólo pongo la tele y…(me dijo Dª Aurora) y claro la tele a toda voz tampoco dejaba dormir a los vecinos. Finalmente le aplicaron un audífono en el oído derecho y todo se resolvió. Días después subiendo la escalera me encuentro a la hija de Dª Aurora y me comenta que encuentra un poco triste a su madre. Le dije a Paulina, que a su madre le hace falta una mascota, un gato, un perro…quizás esa era la solución para su tristeza
.-Ni hablar y quien los cuidaría si a mi madre hay que hacérselo todo?. Yo vengo dos días por semana y mi cuñada también otros dos, el resto la señora que la cuida y le hace la limpieza, si además hay que cuidar a la mascota, ni te digo¡
Me quede muy pensativa, la pobre mujer casi inválida y con tantas horas sola, seguro que caería en una depresión y los resultados serían aun más nefastos.
No niego que estuve dándole vueltas en cabeza de qué podría yo hacer. Entonces me fui a la pajarería, una tienda moderna donde vendían todo lo que las mascotas usan y le compré una jaula con dos periquitos, llamé a la puerta y salio la señora que la estaba atendiendo.
.- Miré he comprado esta jaula y seguro que con estos pajaritos Dª Aurora se divertirá un buen rato y así por la noche no se sentirá tan sola.
Le pusimos muy cercana la jaula y la buena señora se lo pasaba de forma muy distraída, hasta que un día me percaté que ya no hacía caso de los pajaritos que seguían cantando a ratos. Me acerqué despacito y abrí la puertecita de la jaula, los pájaros volaron.
Me fui a casa y unos días después la hija de Dª Aurora me comentaba el acontecimiento, los periquitos se habían largado y la jaula estaba vacía, pero que su madre no le parecía muy inmutada, digamos que no hacía demasiado caso a todo aquello.
Deje todo como estaba y volví a mi rutina, mis clases de dibujo, llevar a mi nieta al colegio, charla con el grupo de amigos, para mi edad pensaba que por lo menos las cosas me iban muy bien.
Y bueno había que limpiar los cristales, descolgar las cortinas y lo demás, en fin, la limpieza que se suele hacer una vez al mes. Algo me sorprende, levanto la vista, uno de los periquitos me miraba como pidiendo que la abriera la ventana.
Se ha quedado en casa y ahora cenamos los dos juntos antes de que él entre en la jaula, que por supuesto es su casa, aunque yo no pienso cerrar la jaula.
Salomé Moltó
