¡Somos esclavos del tiempo! ¡Tenemos que llamar a la calma! ¡Seamos conscientes del “trofeo tan extraordinario que merece la Vida! Servimos bien, la parte del conocimiento que pertenece a cada persona. Eso sí, muy frágiles, cerca siempre del triste desamparo, cuando se necesita ser aconsejado, sobre todo, contra las imprudencias del que nos arrolla con toda clase de intereses. Está comprometido ‘en ello’, la Miseria ‘que nunca supimos crear, pero que sufrimos, a pesar de que siempre pertenece al despilfarro diseñado por los humanos, que vienen y van como “zombis extraviados”; y que caminan sin fines, con la codicia de lo que ya no existe. Los tremendismos tienen sus propios desafueros. Subimos por todas las verticales de la ‘necesidad’ y sorprendentemente ‘utilizamos el lamento como arma arrojadiza, contra lo que sea’. Somos extraños Seres; es decir, Somos “como diseñados para terminar el puente, que nos llevará al ‘Oasis visionario’, en que se puede certificar toda clase de intentos, para que sea posible lo ‘inédito’, como Obra incuestionable, a perpetuidad. Y es que ¡venimos de tan lejos! Que nunca terminamos de zurcir los desgarros y defectos; los que nos acompañan a todas partes ‘en el Universo’. ¡El Mundo es pequeño! Y nos toca engrandecer y proteger todas sus virtudes y agravios. Ello pertenece al gran ejercicio que despeja los pormenores y las angustias domesticadas, cuando se trate de los absurdos devastadores. El Tiempo es como el Lobo que acecha ‘la presa’; y la convierte en capricho, como alimento suculento. Pero no vayamos a creer que “el Tiempo”, que es inevitable, porque no está dotado de ‘freno alguno’; ya que “su realidad activa”, pone ‘sus normas’, ‘impone sus furias’; pero sin la posibilidad de cambiar la dirección, por la que somos, en muchas ocasiones, empujados y arrastrados, hasta la extinción. ¡El Tiempo es nuestro mejor aliado para conseguir Vida mejor! Con un devenir sin miedos; y lo que más satisface; ¡saber disfrutar su momento y su profundo mensaje enternecedor! Puesto que el Tiempo lo fiscaliza todo: lo archiva, lo conserva imborrable, lo custodia y mantiene, con certificado Académico.
* ¡Todo es posible si el Arte de su contenido es factible! Pues nada mejor que ‘ejercitar la espera en la estación deseada’; para que la oportunidad de poder significar algo más normalizado, suponga alivio; y que pudiera la inequívoca aventura, sufrir la llamada del fracaso. La máxima “Más vale tarde que nunca”, es acertada; pero siempre y cuando se pueda acreditar algún futuro solvente. Si no, todo es quimérico, absurdo y entristecedor. En el entusiasmo queda impreso el gran tesoro, que será ‘el optimismo expresivo’, desde la intención, nada menos que la deseada. * Según los indicadores de la Verdad, “lo posible” tiene su participación, aunque no sea cierto, conseguir su mayor grado de satisfacción. Siempre fuera el mejor consejo, desde el cual se pueda materializar la ‘teoría’; basada en la ciencia de seguridad: Ya que se impone la dudosa y cuestionada tristeza, por lo que tengamos que estar sometidos a la más vulgar, de todas las dificultades, creadas por costumbre de hechos sistemáticos; en que nada es seguro hasta que tenga certificado de autenticidad. Y bien es cierto que ‘siempre estamos en la atalaya’; ahora si, viendo que se suceden las cosas, se consumen los recursos, se silencian las oportunidades y, nada más sorprendente, se pierden los estribos; desde donde poder despejar el gran horizonte de Dudas. ¡Triste, muy Triste! Y seguramente, sin duda, queda explicitado el porvenir de las argucias políticas, que son las más comprometedoras con la Verdad que nos mantiene despiertos. No confundamos la humana condición, con la deshumanizada realidad. Hay necesidad de saber lidiar la dificultad, a la que estamos manteniendo el varapalo de los depredadores. Esos que ‘dicen sin decir algo’; esos que prometen cordura, interpretando sólo a su favor lo que debe finalizar: esos que miran por encima del hombro, lo que puede certificar las soluciones; aunque paseando por el arco del triunfo, el último de los ejercicios idólatras. Vaya con las conductas determinantes, que suelen vivir desfallecidos, entre lo triste -por falso- y lo incierto -por sutil-. Es muy posible -por cierto- que los desafíos a los que estamos acostumbrados, deban pasar factura a sus protagonistas; puesto que siempre están vigilantes, ante los riesgos espectaculares del viciado criterio de toda circunstancia negacionista. Ayer pudo ser verdad lo que hoy ya no sirve de nada. Y hay que seguir diseñando ‘el nuevo futuro, porque tiene mucho sentido que “nuestro ejercicio” debe servir para fortalecer los eventos, impidiendo las injundias. Mañana, siempre será el soñado preludio, de lo que debe ser nuestra ‘andadura’; pero si se sabe comprender, se sabe entender y se sabe caminar junto a la conquista de lo desconocido. Tenemos siempre a favor, poder meditar sobre lo que más ofrece la Felicidad. Hay que ser ‘íntegros’; hay que ser ‘cautos’; hay que servir a la humanidad el propio ‘encanto’; siendo en definitiva, lo que certifica grandes Valores, propios de este ‘mundanal ruido; siempre acompañados en la obligación, como si de un bebe inocente se tratase.
* Y, a propósito, por cierto, será más conveniente ‘encontrar “los fines”, que después sirven para ordenar, tal vez, la decoración “de cómo merecemos vivir”. Y no es tan difícil certificar, que los hechos, son los que dan la talla, en caso de que se practiquen las mejores formas; sobre todo cuando termina el ejercicio; con resultado de las mejores músicas encontradas; aunque resulte complejo, bajo la condición de alguna seguridad; que, necesariamente deben estar protegidas, para éxitos del progreso.
* Lo más triste es que tengamos que defender las adversidades encontradas, a pesar del buen devenir esperado. Pero son demasiados ‘trombos’ encontrados, mientras se desarrollan las escenas teatrales, que sabemos ofrecer a ese devenir. Debemos ser menos entregados al teatro; es decir, como muestra de otras mayores pretensiones, alejadas de los egos viciados; por ser el fantasma que atempera las brisas suavizantes, desde las imágenes de cualquier escena viva, humana.
Floreal Rodríguez de laPaz
