La mecedora


Susurran las plantas y el fuego rechina en el jardín La mecedera atempera la asfixia del remordimiento.

Indagar


Ráfagas ligeras envuelven la palidez de la mujer Una sombrilla de luna observa el mar en su enojo La arena despreocupada se pasea en la cintura Un magnetismo aparente enjaula las pestañas mientras indaga con la mirada los zarpazos del mar.

Basta


El calmo hastío degrada el encierro Los huesos pesan amazacotando las vueltas Recoge la mirada los ojos gotean La botas anuncian la soberanía del látigo Fósforos de carne se encienden y cercenan Emancipado ese animal huye.

Algo


Prende la impaciencia en el templado rostro mordisquea el insomnio Ahuecada, algo ella se persigna.

Agustina descorre


Ondula una gata recorre el surco mordisqueando lilas Agustina descorre cortinones la tela raída arrincona telarañas El colchón propicia estornudos y un indescifrable titubeo acosa el desamparo que la ampara.

En el barro


En el barro los cascos cuando en el luto sucumben los hermanos.

Enhebra


Acorralada en la quietud enhebra su contorno.

De la memoria


La memoria ensalza zonas de riesgo Descienden dispersando los brotes desestimando las visiones mientras cavan círculos violetas.

Cuerpos


Apareándose en la orfandad serpentean las sombras La garganta embalsama el efímero silencio Decentes muslos enjaulan jazmines y en los tardíos recuerdos se mutila la noche que desnuda otro cuerpo.

Sin pensar


Desgano en tus arrugas frágiles en la almohada en tu cama Sin pensar, yo inquebrantable exploro.