Acompañé a mi amiga Laura a ver a su padre al hospital, este edificio quedaba lejos de casa y ella no tenía coche. Sin pretenderlo oí la conversación entre la hija y su padre.
.-Papá, tú no tienes la culpa de nada, fue un accidente, pronto te pondrás bien, pero no puedes venir, corres un gran riesgo, la policía te podría detener. La señora, me ha dicho que te dará trabajo, yo indagaré por si hay cargos contra ti, y si no, podrás volver a casa.
Cuando Laura salió de la habitación del hospital donde su padre se reponía del accidente que tuvo en la carretera, miré y vi a un hombre con mal estado físico y también moral, no pertenecía a este país y todo le parecía absurdo.
Un mes después lo llevé a la finca donde yo vivía, un edificio de tres plantas que edificó mi padre treinta años antes y que en cada planta había un apartamento para cada una de sus hijas, yo pagué a mis hermanas su parte y me quede con toda la finca.
En la parte baja quedaba espacio para usarlo como almacén de diversos productos, espacio que también alquilé, y otro espacio que repuse como una pequeña vivienda donde alojar a la persona que se ocuparía de la limpieza en general, de las plantas y de la piscina, espacio de uso común.
.-Vera D. German, esta será su vivienda, no es muy grande, pero creo que suficiente para usted.
Paso el tiempo y a penas nos hablamos, él hacía su trabajo, yo el mío, que consistía en dar clases de historia en el colegio del pueblo.
Las personas que alquilaron los dos apartamentos, pues el último, aun siendo más pequeño, tenía una terraza, lo destiné para mi hijo, y casualmente fue a personas inglesas, las que se quedaron los apartamentos, pues admiraban mucho nuestro sol y clima.
.- He recibido una carta de su hija, dirigida a mí, por cierto, dice que le comunique que puede volver a su país, que todo va bien, que no hay ningún peligro.
.- Pues, dígale a mi hija, que no vuelvo, me quedo aquí, donde hay mucho sol, respeto y me sospecho que mucho cariño.
Me quedé pensando que el planeta entero, no es de nadie, más bien de todos. Las rivalidades, religiosas, políticas, económicas y demás se tendrán que superar.
Observo a Germán y me satisface que haga bien su trabajo.
Salomé Moltó
Relato sencillo, muy bien desarrollado, con pequeños toques de tristeza, aunque algunos de esperanza, hacen de la lectura, unos momentos amenos.
¡¡FELICES PASCUAS!!
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