…Caín se enfureció y andaba cabizbajo.
Entonces el Señor le dijo: «¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero, si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo».
Caín habló con su hermano Abel. Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y lo mató.
El Señor le preguntó a Caín:
—¿Dónde está tu hermano Abel?
—No lo sé —respondió—. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano?
—¡Qué has hecho! —exclamó el Señor—. Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia. Por eso, ahora quedarás bajo la maldición de la tierra, la cual ha abierto sus fauces para recibir la sangre de tu hermano, que tú has derramado. Cuando cultives la tierra, no te dará sus frutos, y en el mundo serás un fugitivo errante.(https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1831/cain-y-abel/ ).
Después del genocidio de este siete de octubre provocado por la organización dicha “Hamas” sobre la población israelí, el Señor se ha mostrado algo reservado en pronunciar su desaprobación. Puede ser porque sus representantes en esta tierra no han oído, o no han querido oír su sentencia:
“Guarda tu espada en su lugar. Porque todos los que pelean con la espada, también a espada morirán.”
El horror ocurrido este último siete de octubre de dos mil veinte y tres en tierra santa de Israel es inconcebible para un humano dotado de sentido común. La bestialidad con la cual se ha cometido la masacre de seres indefensos, niños recién nacidos en presencia de sus padres, mujeres y hombres descuartizados, es incalificable tanto su atrocidad supera en entendimiento. No hay causa, por justa que sea, que pueda permitir una tal crueldad. Que los hombres que han cometido tal ignominia puedan jactarse abiertamente de su ejecución, es prueba de la cobardía la más infame de sus autores. Que los hombres que han cometido tales actos lo hayan hecho en nombre de Dios, es prueba de un embrutecimiento moral e intelectual descomunal, resultado de un fanatismo religioso que pensábamos desaparecido desde el fin de la inquisición. Aún más grave, los autores de estas atrocidades, a menos de ser inconscientes, sabían perfectamente que la reacción de las victimas seria infernal (Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia), y como consecuencia, otras víctimas inocentes.
Si crees en Dios Padre todopoderoso, debes de saber que ningún padre digno de su nombre manda a uno de sus hijos de asesinar su hermano. Ningún padre digno de su nombre se enorgullece de ver a sus hijos desentrañarse como bestias feroces. Porque tu palestino, tu israelí, sois hijos del mismo padre, productos de la misma tierra que os ha visto nacer. No escuchéis todos aquellos “Savonarola”, todos aquellos “Torquemada” con turban o sin turban, que por fanatismo religioso o deseo del poder terrestre conducen naciones enteras hacia el abismo eterno.
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
Colaboración de:
Joan Baptiste DELMOLINAR

Una concisa descripción de una cruel realidad.
Shalom desde Israel, colega del pluma
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