Un vaso en la repisa


Estuve observando desde mi balcón la ventana de mi vecina Olga, así que cada día que me sentaba en mi sillón, podía ver un vaso estrecho y alto con una pajita que supongo, servía para absorber el líquido que el vaso contenía.

Poco sabía de ella, era una vecina del edificio frente al mío, lo que hacía que a semejante altura podíamos vernos e incluso a veces, mantener una conversación.

Como su nombre me causaba sorpresa, pues no era común en nuestra sociedad, parece que se lo pusieron en Rusia. “Fue uno de los niños que los rusos se llevaron durante la guerra” me comentó una amiga y empecé a recordar que fueron muchos los niños que se fueron a la Unión Soviética en aquellos terribles años, luego muchos de ellos volvieron, si mis informes no son erróneos.

De repente mientras aquella mañana volvía a mi costumbre de observar el vaso, vi que este no era reciente, más bien llevaría un par de días en la repisa, me preocupé, algo normal cuando tienes muchos años y tu vecina algunos más.

Así que me fui a informarme, bajé con el ascensor y subí hasta el piso de mi vecina, llamé, pero nadie me contestó y me asusté, a una cierta edad….. Pero hubiera oído la ambulancia si algo le hubiera pasado. Puede que todavía esté en su cama y nadie ha venido a socorrerla. Mi corazón estallaba de mil temores y angustias

La verdad sea dicha mi cabeza iba como una moto, como suele decirse, bajé y al salir del ascensor coincidí con un vecino, le dije mis temores y con una sonrisa me repuso.

.- ¿Qué ya no ve usted el vaso de la señora Olga en la repisa? No se preocupe ha venido su hija y se la ha llevado con ella Ahora vivirá en Italia, en casa de su hija y yerno y no estará tan lejana de la familia, aunque los nietos están en EE.UU. Cursando una carrera. No se preocupe si ya no ve el vaso en la repisa.

Salomé Moltó

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