Y allá siguen los secuestrados en las profundidades de los túneles de Hamas…
Así es, han transcurrido más de 10 meses, desde aquel 7 de octubre del 2023, que marcó la vida de todos los que vivimos en Israel.
Estamos en guerra, es la palabra que se escucha por cualquier parte, Hay que tomar previsiones porque en cualquier momento nos pueden atacar. Tenemos reservas de agua, comida y en ocasiones, terror.
En todo este tiempo, hemos sido testigos de que los terroristas de Hizbollah han lanzado cohetes y demás artefactos al norte de Israel, donde la gente aún subsiste.
Igualmente, escuchamos y leemos noticias que nos alarman, como el atentado que hubo hace pocos días en Tel Aviv. Es cuando nos interrogamos, ¿cuándo será donde vivimos?
A pesar de tantas anormalidades en nuestra vida cotidiana, salimos a realizar compras, a tomar un café en el centro comercial próximo.
Algunas personas viajan en autobús o en carro, yo lo haré yo también pronto, debo confesar que será por necesidad, porque el miedo está, pero también está y eso es lo más importante la fe en el supremo que, confío, en todo momento está a mi lado.
Sí, sufrimos al pensar en los secuestrados, en los jóvenes soldados que son asesinados, en sus familias.
En todas partes nos persiguen las fotos de los secuestrados, en estos días las observé con más atención y el dolor fue mayúsculo al apreciar caras alegres, de jóvenes, ancianos, o niños.
Los mismos que tal vez no viven ya, que fueron abusados, torturados y que aquel que aún está con vida, jamás será lo mismo, porque el padecimiento estará atormentándolo el resto de su vida.
No, no y no es justo que tanta gente padezca lo indecible, que estos hechos nos cambien la vida a fin de apreciar lo que realmente debe ser valorado. En mi caso, muchos hechos han cambiado. Estimo lo que realmente tiene sentido.
El dolor de aquellos que tienen un familiar en la guerra, también es mi dolor. Trato de conversar, consolarlos y en algunos momentos surge una amistad, porque el israelí es una persona muy dura, esto por la vida que llevan. Todos han ido al ejército y han experimentado sucesos muy tristes.
Me costó comprenderlo, ahora que lo entiendo, los admiro, porque con sus familias o sus hijos son personas muy distintas.
Así es, vivir en Israel modificó mi vida.
Colaboración de Regina Mizrahi

Todos a la espera de la llegada del anhelo Shalom.
Jibukim, javerá
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