Grandes y pequeños dictadores


Es erróneo pensar que un gran dictador es peor que uno pequeño, por creer que el grande es más avieso y el pequeño lo es en menor grado  de despotismo. Pues no, el pequeño dictador aplica el mismo grado de crueldad  en su mundo, como el grande lo aplica al  resto del conjunto de la humanidad

Para los que tenemos que vivir bajo el dominio de un dictador nos conviene más el grande que el pequeño, aunque sea igualmente difícil sustraerse tanto al uno como al otro.

Pero si te has visto obligado de vivir bajo un dictador, la vía del servilismo es la más práctica y rentable, entras a formar parte del gran rebaño productivo. Puedes alcanzar grandes prebendas, consideraciones fatuas, y claro un honor adulzorado, algo hediondo y putrefacto que adaptando el olfato puede que llegue a parecerte agradable. Quizás llegues a pensar que la cosa no está tan mal, puesto que hay muchos que como tú dan codazos e intentan escalar o mejor dicho resbalar en la abyección, para servir mejor y recibir mejor emio, práctica ésta tan frecuente durante el franquismo y que genero tanto adicto. Pero claro está, tanto, el oído, la sensibilidad y los escrúpulos van a verse altamente alterados y habrá que hacer uno esfuerzo malabar s para alterar todo el sistema físico y mental.

         El pequeño  dictador, tanto el jefe, el padre, el hermano, el conjugue, a veces el hijo o la madre, pues de todo hay, en fin, el que te toca en la escala jerárquica que esta sociedad se empeña en imponerte, es el más duro de soportar, porque además de fastidiarte, directa y conscientemente, ni tienes prebendas ni puedes medrar, en ninguna de tus aspiraciones, en cambio, en la práctica de hacer frente a los desmanes, puedes quedar totalmente destruido. Y no digamos cuando estos dictadores los tenemos en el ámbito familiar, donde se mezclan tanto los sentimientos como los intereses y la autoestima. La situación puede alcanzar cuotas muy altas de drama y desesperación.

         ¿Y quién me dice que no sea verdad que la humanidad ha creado y soportado los grandes dictadores para escapar de los pequeños? ¿O somos las personas quienes por  miedo a la libertad seguimos manteniendo a los tiranos, tanto los grandes como los pequeños?

         Nos deshacemos en grandes soflamas contra este o aquel régimen, este o aquel opresor de pueblos, tal o tal sistema o estructura política y cuando llegamos al refugio o bien ejercemos de mandones o sufrimos el mando. Es algo que se repite demasiado frecuentemente. ¿Cómo sustraerse al  esquema social que soportamos?

         ¿Se puede pedir un régimen de igualdad, no para mañana, sino para ahora,  para disfrutarlo al instante, en el cada día, en la parcela personal tanto como en la colectiva?.

         ¿Cuándo intentaremos barrer el portal propio lo primero y dejaremos la calle para barrerla  después?.

         ¿Cuándo sembraremos el huerto propio y dejaremos de decirle al vecino cómo tiene que cultivar el suyo?

         Buscar el “juste milieu” aceptando las responsabilidades como sabiendo reclamar los derechos, nos puede ayudar para ir eliminando tanto a los grandes como a los pequeños dictadores. Un sano y recomendable ejercicio.

Salomé Moltó

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