Hace mucho, muchísimo tiempo, la primera pareja humana fue expulsada del Edén, donde vivían cómodamente sin grandes preocupaciones, y, además, estaban totalmente desnudos y no tenían vergüenza el uno del otro. Pero el dueño del lugar y creador de todo, según les explicó, les prohibió tajantemente comer del árbol de la sabiduría, por lo cual perderían todos sus derechos civiles y, peor aún, la vida eterna.
Pero por la curiosidad innata y cierta ingenuidad típica de los turistas recién llegados, una eximia comerciante disfrazada de serpiente, les convenció de los nuevos planes de ahorro, como eso del 1+1, por lo cual, por el precio de uno te llevas dos. ¿Quién no se va a dejar tentar por tal oportunidad? El hombre, por su parte, mientras se hacia el oso y miraba para otra parte, dejó que su compañera auscultara los estantes del negocio, pero no le resultó nada desagradable llevar el paquete que le traía Eva, e incluso pagar con su propia tarjeta de crédito.
Pero he aquí, que, al llegar a la salida, fueron detenidos por un supervisor, que les pregunto sospechando: ¿Qué lleváis en ese bolso tan grande? Negaron todo, pero al pasar entre las barras electrónicas, el asunto provocó una alarma estridente que dejaba sordo a cualquiera. Todo el mundo alrededor prestó en ellos su atención, y el guarda no tuvo más remedio que llamar al dueño del circo.
¡Ah! ¿Así que os lleváis una manzana? ¿Y es que no sabéis que se trata del fruto del árbol que he prohibido? ¿Es que pretenderías ser como los dioses y saberlo todo? ¿También poder discernir entre el bien y el mal? ¿Estáis también dispuestos a perder la eternidad? ¿Todo, por la curiosidad congénita que poseéis tú, mujer? Quedaron exhaustos de tal inquisición.
Sin mediar palabras, y pese a las lágrimas de cocodrilo de Eva y la cara de inocente de Adán, fueron llevados a la rastra a ser juzgados por el creador. Estaban ambos en su piel, pues aún no habían perdido el carácter pueril y la ingenuidad de los miembros del paraíso. Frente al todopoderoso, el hombre comenzó a gemir mientras le temblaban sus rodillas. ¿Quién sabe que sentencia les esperaba? Pero sin más ni más, y sin discursos inútiles, el creador ordenó a sus querubines que, con una buena patada en el trasero a cada uno, los pongan en las afueras del Edén, en el crudo desierto, en la nada.
Entonces, allí solos, en pleno calor de fuego, con rudas ráfagas de polvo que les golpeaba la cara, se miraron uno al otro, y descubrieron el estado en que estaban. En cueros, con apenas una hoja de higuera que cubría sus genitales. Se taparon con las manos, no sea cosa que alguien que pase por ahí los reconozca. Los ojos abiertos de par en par dieron testimonio de donde estaban parados.
El tipo, ante todo asumió su papel de macho y sin mediar palabra empujo a la mujer a los yuyos a la vera de un sendero y la forzó brutalmente repetidas veces. Eso “pa’ que sepa cuál es su lugar”. Paradójicamente, la mujer, pese a la brutalidad de su flamante esposo, recordó la sentencia del creador… “tu marido será tu deseo… y también que, con dolor parirás a tus hijos”. Ella comprendió rápidamente su posición en el universo y por ello, de inmediato vistió un par de Jean’s bien ajustados, puso sobre sus senos un push-up, para realzar su figura femenina, y pidió turno con la cosmética, la pedicura, la peluquera y también con la clínica de estética. Así nació el Mito de la Belleza femenina, y a su vez la Leyenda de la insaciable calentura masculina.
Entonces el hombre, ya su sed de venganza saciada, se sentó sobre una piedra y se puso a cavilar. Tenía mucha hambre, y por lo tanto le ordenó a su flamante esposa, porque ahora ella estaba “esposada” de por vida a él, que salga al bosque cercano a buscar algunas hierbas alimenticias. Mientras, él cogió un par de piedras y se puso en la tarea de cazar alguna liebre o un zorrillo. Es decir, cualquier cosa que les pueda proporcionar proteínas. Al fin, no tuvo más remedio que agradecer a su cónyuge, cuando al rato, apareció con algunas hojas verdes y unas pelotitas rosadas, que eran dulces al paladar. Claro que, al poco tiempo, le vino al muchacho una tremenda diarrea que lo dejó extenuado, con el traste dolorido que ni lo dejaba estar sentado. Ella, zorra como era, de acuerdo al estereotipo del creador, había esperado que primero probara él aquella fruta, pues había leído en algún lado del peligro de las frutas silvestres. Pero como buena y flamante matrona, le preparó a Adán un té de hierbas aromáticas.
“Esto no es joda”, se dijo el hombre-dios, “así no podremos vivir, y menos tener crías y crear una familia”. Como sabemos de otras narrativas, luego vinieron al mundo los hijos, Caín y Abel, que, pese a que en su momento fueron una gran vergüenza, al fin ofrecieron al mundo un apreciado legado de violencia, con sangrientas guerras que tiñeron de rojo el planeta. Eso para evitar una superpoblación.
Pero, la mente del hombre-dios siguió trabajando horas extras, maquinando posibles soluciones a la situación en la cual se habían encontrado en las afueras del paraíso.
La capacidad reflexiva y la inventiva tan famosa y trillada del ser humano, frente a sus homónimos salvajes, los que para sobrevivir se comían los unos a los otros, le dio a pensar que había otras alternativas. El principio era, se iluminó Adán, “someter a la naturaleza a sus necesidades” y no integrarse a ella como hacían los salvajes, ni vivir a la par. Nada de armonía ni que ocho cuartos, aquí era necesario soluciones radicales, pensó el homo sapiens. Así fue como puso su cerebro a servicio de toda la humanidad.
El hombre-dios descubrió que las hojas secas al rotar un palo sobre una piedra, prendían fuego. ¡Gran invención, Gran! se dijo a sí mismo. Mas luego, pudo aseverar que calentando ciertas piedras se podía extraer de ellas metales, que así, en un proceso de enfriamiento, los convertía en útiles e instrumentos de labor. Sucesivamente, sobrevino la revolución agrícola, la industrial, las ciudades con enormes fábricas y a los serviles seres humanos, los “carne de cañón”, que eran imbéciles útiles, pero servían un montón para producir y hacer las guerras que defendían el patrimonio. Las invenciones nunca pararon, y así le siguieron la electricidad, el magnetismo, la mecánica cuántica y hasta las bombas nucleares, que sirvieron para amedrentar a todos.
Pronto el hombre descubrió que el patriarcado no era una cuestión solo familiar o de la tribu, y que podía y más aún, debía, imponerse a las masas. El “motus” estaba en la producción y por medio de esta, la acumulación de capital. Así se podría manejar a las masas, y evitar la inteligencia individual. Todo debía estar diseñado para satisfacer a la causa, que era, “alimentar a la multitud” y distraerla con “mucho circo”. Paradójicamente, el tipo se dio cuenta que era muy fácil eso de manejar a la gente, y que con un poco de internet, TV con programas y películas que no “necesiten pensar”, era más que suficiente. La gente incluso rogaba ser subyugada por un “buen rey”.
Pero esos esquemas tan simples, observó el hombre-dios, adolecían de cierta falta de control de la muchedumbre que, a su vez, iba aumentando de manera exponencial. Se dio cuenta que, para poner orden en las cosas, debían establecerse clases bien definidas. Entonces empezó por organizar fuerzas militares para monopolizar la violencia. Con el desarrollo de nuevas técnicas de guerra, armas metálicas, carros de combate, catapultas y todo tipo de chiches similares, el hombre-dios se autodenominó Emperador y salió a la conquista de los cuatro puntos cardinales. Aplastando pueblos y naciones, tribus y toda una serie de sectas, se crearon Imperios colosales. Las enormes ganancias en impuestos recaudados de los miserables campesinos, más los esclavos, ayudaban a construir Imperios en los que nunca se ponía el sol.
Pero la cosa no era nada fácil, y el hombre-dios, se dio cuenta rápidamente que esto no era ningún chiste. Los imperios caían como moscas, pues se extendían tanto que no se podía manejar la información sobre lo que ocurría de manera eficiente.
La creatividad del hombre-dios es infinita, ¿lo dijimos? Claro que sí, y entonces, de la mente afiebrada de tanto laburar, nació el término salvador: la política.
Hacia afuera, a las masas, las convenció que era una manera de poner orden a la farra y desorganización características de épocas previas. Las diferencias de clases, las broncas inevitables y la codicia personal de cada parte, hacían inevitables los conflictos que destruían más que aportar al futuro de la humanidad. Con tales frívolos argumentos, el gran pensador creo la institución más grande de la historia humana, hasta nuestros días: la democracia. Otro que el paraíso, pues se prometían oportunidades para todos e igualdad, aun cuando algunos eran más “iguales” que otros.
Entonces lo que vendría a ser el gobierno del pueblo, se convirtió rápidamente, sin que los imberbes ciudadanos se dieran cuenta, en el monopolio de las clases acomodadas. Las íntimas relaciones entre el poder político y los capitales financieros, reemplazaron a la agobiante imposición y necesidad, por parte de los individuos, de tomar responsabilidad sobre sus actos.
Claro, antes era más simple: un Rey o Emperador absoluto tomaba todas las decisiones, que el vulgo acataba sin chistar, porque de lo contrario, tácitamente perdías la cabeza. Ahora de pronto, te convencen que estas hecho solo con poner un papelito en la urna, que supone a quién apoyas como dirigente. Es decir, aquel que será tu representante frente al poder, aun cuando ni idea de quien se trata. Un oportunista, por lo general, que sin ningún título académico o conocimientos comprobados, ahora colabora con millonarios y manda mases de la economía financiera.
Pan y circo, ¿dijimos?, no solo, también el consumo exacerbado de inútiles productos que aumentan el caudal de sirvientes y servidores del sistema productivo, que a su vez amasa fortunas incalculables. Claro que alguien o algo tienen que pagar el pato por todo ese despilfarro, y que al hombre-dios no le hace cosquillas. Ese “algo” fue la naturaleza, que vencida y miserable, como un raquítico árbol sin hojas, se venga del hombre-dios, dejándolo sin recursos. Pero este por su parte, se retuerce de la risa al ver el éxito de su creatividad.
¿Qué dijo aquel comandante romano a sus soldados? “Comamos y bebamos, que mañana moriremos” o aquel otro… “Después de mi el diluvio”.
Paradójico, ya que hoy en día se hacen planes y estudios para extender la vida humana hasta lograr el sueño del paraíso perdido… la inmortalidad. Y si esto no alcanza, dado el estado de destrucción del hábitat local, hay quienes elevan sus miradas al espacio sideral, en busca de un nuevo lugar para habitar.
¿Y si no hubiésemos gustado de comer manzanas?
Josef Carel
Genial recorrido por nuestra historia, amigo Josef, yo creo que lo mejor que hemos hecho es comernos la manzana.¿Obedecer a quien y porque?
Alguien me dijo una vez que el bien y el mal no existen y tanto cuesta identificar, que es la primera acción a hacer, como mesurar lo identificado. ¿El fuego es bueno o malo? Si estas helado un fuego te puede calentar y salvar la vida, si te acercas demasiado te puedes quemar. Una dosis de veneno puede curarte una enfermedad un poco más, te mata.
Vi una señora vegetariana que después de un brillante discurso sobres las bondades del vegetarianismo se puso a comer de forma tan desmedida que yo la miraba con ojos de plato, no entendía nada, no encontraba relación lógica en lo que hacía.¿Pensaba la buena mujer que a más comer más sana estaría?graso error.
Las relaciones sexuales no sólo son gratificantes, son necesarias, lo que importa es cómo llevamos a cabo lo que nos gusta y que medidas tomamos para frenar lo que nos desagrada.
Para mucha gente la Biblia es lo más sagrado ¿cuál biblia? a través de los siglos todas las religiones o casi, se basan en ella, y la han modificado a su antojo. Los manuscritos del Mar muerto que se hallaron, sino recuerdo mal en el 1948, y que nos hubieran aclarado un montón de cosas,los confiscaron la Iglesia, menos mal que algunos logramos algunos ejemplares.
No soy atea, simplemente agnóstica, así que no tengo religión alguna pero las respeto todas y hay miles y todas pretenden ser únicas, las absolutas y las veraces y su dios el único verdadero.
Siempre he dicho:» que no importa lo que haya más bien, cómo te sirves de lo que tienes»
Un abrazo, ya te mando algo para Kosas
Salomé
El 10/2/20 a las 14:12, Kosas y algo mas escribió: > WordPress.com > josefcarel posted: «Hace mucho, muchísimo tiempo, la primera pareja > humana fue expulsada del Edén, donde vivían cómodamente sin grandes > preocupaciones, y, además, estaban totalmente desnudos y no tenían > vergüenza el uno del otro. Pero el dueño del lugar y creador de todo, se» >
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No, para nada, estimada Salome. La soberbia del ser humano, con su ciencia y tecnologia, es lo que nos ha llevado al ounto en donde la humanidad se encuentra, al borde del Apocalipsis y la destruccion total del paneta. ¿Qué justificativo existe para eso? ¿Y de que manera se podria haber regulado la accion del hombre-dios? Nada, solo permanecer en la inocencia (que algunos pueden denominar ignorancia) de las tribus indigenas, como las que viven en la Amazonia, en Africa y en algunos lugares de Asia. Ellos viven con la naturaleza y no, como el hombree moderno, de ella. La sobreexplotacion sin limites ni otro sentido que la comodidad del hombre, esta en la raiz de los desastres actuales. ¿Que estamos legando a las generaciones posteriores si no muerte y destruccion? El texto no habla de “mejorar” la forma de vida, porque una vez que se ha postulado la supremacia del hombre, ya no hay manera de detenerlo. Trocar carne por vegetales no es la solucion, sino existir en el entorno natural con lo que este ofrece, tal como aquellos indigenas, que lamentablemente, ewstan desapareciendo empujados por los hombres-dioses que talan arboles en pos del progreso. Ojala, la humanidad hubiese permanecido en aquel estado de “inocencia” que postulaba el Eden. Claro que se trata de una metafora que contiene aquella narrativa biblica y no del hecho en si, pero que a su vez tiene significado.
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Hubiera sido igual Josef, el despelote estaba garantizado.
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Sin lugar a dudas, Cesar, solo apuntaba a los Paraisos que aun sobreviven a la destruccion moderna, como son las tribus indigenas en el Amazonas, por ejemplo y otras partes del mundo, que viven con la naturaleza y no de ella. Claro, que la situacion es ya ireversible y estamos camino del palazo final.
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