Me he sentado en la terraza, aquí a los pies del Montcabrer, a más de mil metros del nivel de mar.
Observo el cielo, las nubes de la derecha rugen, contestan las de la izquierda,mientras avanzan hacía la hermosa sierra Aitana para luego llegaran al mar, al marenonstrum como la llamaban los romanos.
Están enfadadas parece que acusan tanto el calor como nosotros. Las hojas de los pinos ondulan al viento y se dejan caer, otra vez y muchas más. Tengo que coger y barrer y barrer, la verdad que no sé para qué, dentro de poco todo estará invadido de hojas, el viento no las deja tranquilas y ellas, no hacen más que dejarse caer.
A mi vecina, encanto de mujer, le duele la rodilla, a mi la cadera, las muñecas, y algo más, hay que ir al médico, aunque esto ya no lo arregla ni las urgencias, aunque ahora hay que esperar. Estamos en alarma.
Acomodarse al tiempo, que pasa raudo, mientras el viento empuja las hojas, que no dejan de caer, pues eso, habrá que volver a barrer. Y una gran felicidad, ahora ya podemos salir, bueno, un poco y con mascarilla.
No pasa ni un pájaro y los mosquitos se han escondido esperando el atardecer, para venir a saludarnos, total un pinchazo y una rojez unos días, no es para tanto, sólo yo disfruto de los ronquidos amenazantes y de los rayos que nos invaden. La tormenta que se avecina ¿lloverá al fin?. Pues vendría bien a ver si llega el calor.
La gente se ha ido a la playa donde tienes que pedir permiso, no sólo para colocar la sombrilla,también para poder mojarte los pies. Aunque ahora con las últimas disposiciones, vamos a ver si no acaba la gente dándose escobazos con tanto desmadre
Los que se han ido al mar, que no a la playa, hacen raudos recorridos, con las lanchas motoras, causando la envidia de todos nosotros, y otros hacen buceo allá a lo lejos.
Prefiero quedarme en el secano de la montaña, en “el ruido del silencio” como bien dijo el periodista ingenioso, ya desaparecido, bueno, iremos a la playa, cuando los turistas extranjeros nos lo permitan, y el coronavirus también, porque ya se abran ido y si llegamos tarde habrá que prepararse para el otoño que ya pronto asomará las orejas y bueno, dentro de no tanto tiempo, pues eso, Navidad.
Akkadie
Un poética descripción de una realidad que flota, y trata de volver a ser normal.
Me gustaMe gusta