La gorra del abuelo


Tomás era un muchacho que empezaba su adolescencia, su curiosidad iba en aumento, sus ansias de saber cosas ya era como un hábito en sí. Andrés, su compañero del cole lo invitó a ir el fin de semana a una hacienda de la familia que, aunque algo derruida, guardaba el encanto de tiempos pasados, cuando todavía quedaba muchos familiares, hoy ya casi todos desaparecidos.

.-Mira, ese es el rifle que mi abuelo usaba para ir a cazar, esa cabeza es el jabalí que un día cazó. Esos cuadros los pinto un amigo suyo que vivió aquí varios años. Tuvo un accidente y se quedó en sillas de ruedas, aquí pasaba el tiempo pintando cuadros.

.- Entonces tu abuelo y ese amigo suyo vivieron aquí.

.- Sí, y mi abuelo decía que “no hay mal que por bien no venga”

.- No entiendo, ¿qué quería decir con eso?

.- Pues su amigo estaba con él y así le hacía compañía, pues solo venía una vez por semana una chica para la limpieza y mi madre y a veces yo, solo los domingos, y si hacía buen tiempo. Luego, cuando yo tenía partido de fútbol, pues, podía estar un mes sin venir, cuando me fui a Barcelona ya no venía en todo el año.

.-Entonces tu abuelo murió de tristeza y soledad.

.-Non que va! Mi abuelo estaba acostumbrado, pues mi abuela murió al nacer mi madre.

Tomás cogió la gorra y se la puso, sintió de momento una impresión que lo invadía, se miró al espejo y noto como si no fuera él, sino la fuerza de tantas vivencias que seguro llevaba la gorra en sí, o simplemente su imaginación así se lo hacía sentir.

.- ¡Suelta la gorra! ¿No sabes que eso lleva mala suerte?. Mi abuelo murió cuando la llevaba puesta, un amigo suyo, con el cual se habían ido de caza, le disparó creyendo que era un jabalí, ya que a causa de la espesura de las hierbas del campo lo confundió.

.-¡Qué mala suerte morir de un balazo!

.-Sí, claro, en las guerras también se muere de “balazos” o de lo que sea.

Tomas dejo con mucho cuidado la gorra, y la estuvo mirando unos momentos, pensando que hay objetos que nos sobreviven y algunos guardan secretos que sólo llegamos a descubrir cuando por azar nos cuentan cosas, circunstancias y demás detalles que sin duda nos llevan a tiempos, muy lejanos a veces, cuando todas esas cosas ya existían y nosotros todavía no habíamos nacido.

                                                                                                         

 Salomé Moltó

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