La tarde se esfumaba lentamente, naranjas de horizontes vespertinos
las sombras impacientes de la noche, entraban en el mundo sigilosas
volaban las gaviotas a sus nidos, por las rutas del cielo, sus caminos…
sin angustias, sin penas la rutina, cumplían cual livianas mariposas
Gaviota que imponente sobrevuela sobre mares escasos de alimentos
confunde piedras doradas con escamas, que rompen el pico que las toca
y vuelve a buscar a las palomas mientras estas se arrullan por los techos
sin saber cuan cercana esta la muerte, sin saber de peligros ni gaviotas.
Palomas de los cielos y el tejado, gaviotas de los mares y los vientos
pececillos ingenuos y dorados, de las olas profundas y el remanso
vida y sombras rozando con sus alas, la vida y la muerte del ingenuo
y al fin la humanidad descansa, y muere, tal como ellos, sin espanto….
Yolanda Elsa Solís
Es perceptible un elevado grado de disconformidad en tus líneas, es más, me arriesgaría a decir que la falta de esperanza logra disuadirte de afrontar la tormenta que se avecina a tus costas.
Interesante leer.
Shalom
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gusté de tu poesía rica de imágines y ritmo impecable. Un placer leerte.Merece que revises la puntuación.
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