Sucedió en una noche de tormenta. Era muy tarde. Regresaba del hospital por la cortada del bosquecito cuando un árbol caído impidió que siguiera avanzando. Mi celular no conectaba.
Vi un resplandor luminoso en la casa más cercana y llegué hasta allí para pedir ayuda. Las luces parecían llamarme. Abrió la puerta un hombre que sin más, me empujó dentro de una habitación donde una mujer estaba por dar a luz. La ayuda que habían pedido llegó recién cuando la criatura daba su primer vagido.
Sin mi intervención el bebé se hubiera sofocado con el cordón umbilical. Las luces que había visto desde afuera eran las de una Janukiá.
¡Precioso!
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