Un in…cierto futuro


Observando el desarrollo de los acontecimientos mundiales en torno a la pandemia del coronavirus, y en particular la reacción de los diferentes grupos humanos, recordé la parábola escrita por el escritor estadounidense Spencer Johnson el año 1998… “¿Quien se ha llevado mi queso?”. No obstante no hay una relación directa con aquella obra, pero creo que puede servir a fin de conceptuar a los tipos humanos cuando se enfrentan a situaciones de adversidad. Pero ahora, así lo creo, la sociedad humana tiene una oportunidad de verse reflejado en el espejo de la crisis, y tratar de comprender el rumbo que tendría que tomar frente a los cambios que, quizá, se hacen imprescindibles.

Una cita en dicho libro, el escritor A.J.Cronin advierte: “La vida no es un pasillo recto y fácil que recorremos libres y sin obstáculos, sino un laberinto de pasadizos, en el que tenemos que buscar nuestro camino, perdidos y confundidos, una y otra vez atrapados en un callejón sin salida”.

Claro que no me refiero específicamente al virus en si y las consecuencias para la salud, pues entiendo que debemos advertir la situación del mundo, previa al estallido de esto.

Vamos entonces la narrativa de Johnson, en la cual el “queso” significa la necesidad más básica, la alimentación, pero que un buen día… se puede terminar. El relato trata de cuatro personajes, cuatro ratones que día a día buscan su alimento en un lugar especifico, que el relator denomina Deposito Q. Dos de ellos, “Fisgón” y “Escurridizo” son dos tipos muy simples y no tienen mayores ambiciones que sobrevivir, y por ello están siempre atentos a las condiciones en dicho deposito. Los otros dos, que el escritor describe como Liliputienses, llamados “Hem” y “Haw”, responden a las características que el escritor irlandés Jonathan Swift describe en su famoso libro “Los viajes de Gulliver” escrito el año 1726. Es una sátira en prosa sobre la naturaleza humana, y entre otras el viajero se encuentra con un país habitado por seres, que pese a ser muy pequeños, se caracterizan como: extremadamente arrogantes y prepotentes, tanto como una persona de tamaño de normal, incluso pueden llegar a ser considerados viciosos, moralmente corruptos, hipócritas, celosos, envidiosos, llenos de ira e ingratitud, entre otras características más. De hecho, debido a todo esto, son completamente humanos”.

Entonces, explica Johnson, que estos dos: “No tenían idea de dónde provenía el queso ni de quién lo ponía allí, Simplemente, suponían que siempre estaría donde esperaban”, y relata… “cada mañana en cuanto llegaban al Deposito Q, se instalaban cómodamente, como si estuvieran en su casa. Colgaban los atuendos de correr, se quitaban las zapatillas de correr y se ponían las pantuflas”. “Hem y Haw, llegaron a considerar que el Queso encontrado en el Deposito Q, era de su propiedad”, “La seguridad que Hem y Haw tenían de si mismos se fue convirtiendo en la arrogancia propia del éxito”.

Por su parte, los dos ratones, Fisgón y Escurridizo estaban siempre atentos a lo que ocurría en aquel Deposito Q, pero también en su entorno. Las experiencias acumuladas en la historia de la escasez de su género, les motivaba a estar siempre en actitud de cuidado y riesgos posibles. En general la sencillez de la vida de aquellos contrastaba mucho con los otros dos.

Por ello, es que estos no se sorprendieron mayormente, cuando un día encontraron aquel Deposito Q, completamente vacío. La intuición propia de “Fisgón” le venia demostrando desde hacia rato, que las cosas ya no eran como antes. Primero, la disminución de la calidad del alimento, que a veces carecía de gusto o parecía en estado de descomposición. Entonces al momento de descubrir la nueva situación, optaron por tomar medidas inmediatas, en especial “Escurridizo”, que siempre estaba en movimiento y sabia salir a explorar otras partes del laberinto, y entonces no había sorpresas para ninguno de los dos. De inmediato supieron que hacer. Ellos no se entretuvieron demasiado en analizar demasiado las cosas. Sencillamente había que afrontar el cambio que se estaba produciendo, y que como ya lo sabían , no fue de improviso: “Fisgón levantó ligeramente la nariz, husmeó y luego le hizo señas a Escurridizo, que echo a correr por el laberinto, siguiendo la indicación de Fisgón… muy pronto ya estaban en la busca de “Queso Nuevo”.

Algo mas tarde, luego de un merecido descanso, llegaron caminando sin apuro, Hem y Haw, y frente al Deposito Q vacío, exclamó uno… “¡Qué! ¿No hay queso? Y luego puso el grito en el cielo… ¿Quién se ha llevado MI QUESO?. Es que hay que entender, como explica el escritor… “Para ellos, encontrar el Queso era su forma de conseguir lo que creían necesitar para ser felices”. Para algunos equivalía a tener cosas materiales… para otros, disfrutar de buena salud o desarrollar un buen sentido del bienestar… también significaba sentirse seguro, tener una familia cariñosa y vivir en una bonita casa de campo… había para quienes aquello significaba tener poder de mandar a otros y al fin ser un gran propietario”. Los liliputienses no podían creer lo que estaba ocurriendo… “Cómo podía haber sucedido una cosa así?”, “No era justo. Se suponía que las cosas no debían ser de esa manera”.

El escritor pone en boca de estos dos la pregunta sobre los otros dos ratones, que “No son más que simples ratones… pero nosotros en cambio somos más inteligentes”. Entonces se plantearon por primera vez, que quizá era necesario tomar actitudes diferentes y afrontar algún cambio. Pero pronto descubrieron que no solo no estaban preparados para ello, sino que además, llevaban una carga muy grande de compromisos con sus tantas propiedades y efectos materiales que les rodeaban. Por más que pensaban y pensaban y hacían, como estaban acostumbrados, complejos cálculos de probabilidades, no lograban dar con el Queso faltante ni encontrar pruebas de algún delito criminal en contra de ellos. Por supuesto no entraba en sus cabezas que las acciones anteriores de ellos, tuviese nada que ver con dicha escasez. Ham y Haw no atinaban a moverse del Deposito Q y entre otras cosas uno decía… “Me gusta estar aquí, es un sitio cómodo. Esto es lo que conozco. Además, salir por ahí afuera, es peligroso”.

Hasta aquí la parábola de Spencer Johnson, que me parece más que claro como analogía a lo que sucede actualmente con la humanidad al momento de tener que enfrentar una situación de crisis. Muchos, quizá demasiados, están representados por aquellos dos liliputienses, que de tan satisfechos de si mismos, por el tremendo nivel socio económico que creen haber alcanzado, desesperan por devolver las cosas a “como era antes” y entonces poder seguir consumiendo sin límites. Todo ello sin importar el daño que producen al planeta y sus recursos y sin pensar que “el queso se puede terminar algún día y que incluso ahora, ya está rancio”.

No pretendo proponer aquí soluciones, pues me parece más que obvio, que lo que este es uno de los momentos en que se hace imprescindible reconocer, que… ya nada podrá ser como antes.

Josef Carel

Un comentario sobre “Un in…cierto futuro

  1. Muy bueno Josef. Hace unos días leí algo parecido, pero más bien estadístico, también 4 personas a cada una de las cuales les corresponde un plato de comida, pero resulta que en la estadística hay 3 que en realidad no tienen su plato de comida mientras que uno de ellos tiene el suyo y el de los otros tres, Entonces ¿quién se llevó mi plato de comida?. Bueno, es una adaptación de lo que leí. Afectuoso saludo

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