¿Libertad? ¡No me la interpreten mal, no me la confundan!
¡Libertad! ¡Oh, libertad! ¡Qué hermosa palabra!
Estoy segura que nadie, absolutamente nadie, tiene el mismo concepto
ni le da el mismo valor a esta hermosa palabra.
Yo me la imagino vestida de blanco, de azul, de verde, envuelta de rojo,
pero nunca de negro.
Blanco por su pureza, la Libertad la tiene, de azul porque vaga a través
del ancho cielo a la busca del todo y de todos, pues a todo el mundo incumbe.
De verde porque siempre es y será Esperanza, porque la Esperanza vistió
a la Libertad, y de rojo porque en sí encierra el empuje de la lucha ante
la injusticia, porque la Libertad es ¡tantas cosas!
Es el compás de mi aliento, la mesura de mis actos, el mar donde nadan
mis ilusiones. Cuando el sociólogo anarquista Proudhon apunto a que
“mi libertad termina donde empieza la tuya”, ordenó el pensamiento, no
en la Libertad individual sino, en la colectiva, en la prolongación
universal de un valor común a todos. Porque todos la ansiamos.
Junto a sus hermanas Igualdad y Fraternidad, Libertad se vistió de futuro
con fuerza y junto a ellas llevaron al pueblo francés a una revolución que
cambió como no había conocido nunca, la humanidad. ¿Y los desmanes?
Esos no son libertad.
Y la señora Libertad, tanto vestida de azul, de rojo o de verde fue
sembrando de ilusiones, de derechos, de justicia por donde puso y pone
su asiento y nadie, ni nada se le resiste. Es como agua para el sediento,
apoyo para el abatido y una tabla de salvación para el náufrago social.
No hay libertad sin conciencia, sin derechos y responsabilidades, y
nunca, viaja sola. Lo hace acompañada de lo justo, lo noble, lo profundo.
Es más importante que la esencia de un perfume, más profunda que las
aguas del océano, más grandiosa que el universo ya que nos es tan
necesaria como el oxígeno que respiramos y donde carece, todo se
desvanece y perece sin remisión.
Es el agua del sediento, la luz del nuevo amanecer, el futuro en esencia
y la paz de mi espíritu. Alimenta armónicamente la convivencia.
Hace frente a la opresión, al autoritarismo y lleva en sí el equilibrio del
valor más importante que rige nuestra existencia, tanto individual como
colectivamente.
¿Pero oiga y el libertinaje? ¿Qué me dice del libertinaje?
¡Perdón, lo siento, a ese señor, yo, no lo conozco!
Salomé Moltó
Dijiste «Más profundo qeu las aguas del océano», Salomé. Pero yo comprendo que lo verdaderamente profundo es tu análisis sobre la libertad, muy bueno y completo. Lástima que muchos no entienden que la libertad termina donde comienzan ciertos derechos inalienables, como la salud de TODA la población.
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Gracias Cesar, así es. El tema es profundo y seguro que cada cual respondería de forma diferente
El 12/3/21 a las 20:02, Kosas y algo mas escribió: > WordPress.com >
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