Me ha gustado mucho tu carta, Marieta. Es verdad que han venido a
verme al hospital muchos de nuestros amigos, familiares y vecinos. Muy
agradecida a todos ellos por supuesto.
Entraban en trompa, todos hablaban a la vez, todos interesados en saber
cómo había ido la operación. Después han desaparecido todos, enterados
de que no he perdido la pierna y que con la operación y un tiempo de
reposo, volveré a la normalidad.
Cuando el último visitante ha cerrado la puerta tras de sí, he respirado
aliviada, he cerrado los ojos hasta que ha entrado la enfermera para las
últimas curas. Después un silencio reparador lo ha invadido todo. He
sentido un gran placer, he acariciado el sobre y he abierto la carta, gracias
Marieta por tus amables palabras, estas escritas y no bulliciosas, como
las de las personas que me visitan, y no es que no las aprecie, pero las
tuyas emanan dulzura, confort, esperanza, con ellas me duermo y con
ellas despertaré, cuando la enfermera vuelva mañana a entrar y realizar
su tarea de las curas diarias y seguro que me hallará felizmente abrazada a tu carta.
Recordar nuestra niñez, nuestros juegos al escondite, corridas por el
patio a la búsqueda del compañero escondido, ¡qué bonito! Sobre todo,
poder volver a revivirlo.
Son en estos momentos en que te encuentras bien atendido, pero
separado de tu vida cotidiana, de las personas que comparten tu rutina,
trabajo, familia, amigos etc… Es como un impase, como un lapsus de
tiempo aislado en donde surgen recuerdos de infancia, recuerdos también
en que eras tú quien visitaba a algún amigo o pariente hospitalizado,
quizás me haya excedido en mis manifestaciones afectivas no teniendo
en cuenta que el enfermo necesita tranquilidad y reposo, sí, es verdad,
solemos mesurar las cosas según nuestro estado anímico sin tener en
cuenta que la persona está hospitalizada, por su enfermedad, disminuido
de recursos y una visita breve es muy de agradecer, no hace falta
quedarnos horas a su cabecera para cansarlo, una retirada a tiempo
demuestra que nuestra sensibilidad es la adecuada y de seguro que el
enfermo lo agradecerá profundamente en su fuero interno.
Salomé Moltó