Es difícil aceptar lo inevitable. La soledad, el frio en el alma. Un viejo ya no debería tener sentimientos, tampoco memoria; no debería llorar por agravios del pasado, ni debería sentir angustia por los sueños que murieron o por los errores que cambiaron el rumbo de su vida.
A un viejo se le terminó el tiempo; ya no podrá recuperar lo que le robaron, tampoco podrá vengarse de quién lo pisoteó. Es inevitable, el tiempo de él se acabó. A un viejo no es preciso entenderlo ¿para qué?.
Un viejo dice “¿no puedo?”, hay que obligarlo, convencerlo de que no es debilidad lo que siente sino “falta de voluntad”. Un viejo es torpe, deja caer cosas que no puede levantar. A un viejo los esfínteres lo traicionan y lo dejan perplejo, indefenso…
Un viejo se para frente a un espejo y no se reconoce en esa imagen que el espejo le devuelve, lo que él vé es un desconocido que nada tiene que ver con él; él tiene la piel tersa, los dientes blancos, el cabello abundante, los ojos brillantes…
Pobre viejo, cómo explicarle que ese desconocido… ¡es él!, y que esa imagen le está contando la dura verdad. Que este es el último acto de la tragicomedia de su vida, que pronto se cerrará el telón y se apagarán las luces. Para siempre.
Celina Carel
Una cruda realidad, que no todos «los viejos», se animan a reconocerla, y por ende tampoco aceptarla.
Interesantes apreciaciones nos deja este texto.
Yo, con mis 78 sobre los hombros, por suerte no tengo esas cavilaciones, jajaja.
Abrazotes mil, Celina
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Un placer leerte querida Celina, bien mucho ánimo y a envejecer. Te mandaré en correo a parte mi opinión sobre la vejez
El 14/9/21 a las 4:20, Kosas y algo mas escribió: > WordPress.com > kosasparadecir posted: » Es difícil aceptar lo inevitable. La soledad, > el frio en el alma. Un viejo ya no debería tener sentimientos, tampoco > memoria; no debería llorar por agravios del pasado, ni debería sentir > angustia por los sueños que murieron o por los errores que cambiaro» >
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