El escritor piensa, y su imaginación elabora

Con el correr de los días las hojas van quedando llenas de palabras, la mayoría sin sentido, aunque deseosas de cumplir la consigna, volcar en ellas inquietudes que emergen de lo más profundo, pensamientos que fueron guardados bajo candado, y la llave arrojada al olvido.

Las noches con su misterio, tratan de descifrar lo escrito, labor casi imposible, pues a semejanza de arcaicos e impenetrables jeroglíficos, custodian la razón de la incompatibilidad frente a los muros de la indiferencia de sus pares.

El mundo gira y gira, el escritor escribe y escribe, los pensamientos se unen a las ilusiones, juntos llegan a un denominador común, la meta es imposible, las ansias de llegar a la recta final y así conquistar el trofeo, se convierten en sueño inalcanzable.

Cada vocablo garabateado se convierte en un pacto, una promesa exigida por su conciencia. En la escritura no hay vencedores ni vencidos, es una contienda sin fin, pues sea como sea, la virgen hoja exige su recompensa.

Las cavilaciones remplazan a los anhelos, las dudas ocupan el lugar de los deseos, todo está permitido en el juego de la verdad, no hay reglas que controlen la escritura, los puntos suspensivos se transforman en importantes, solo ellos son capaces de demostrar su valor.

Nada es fijo, todo es relativo.

El tiempo tomará la palabra y anunciará el veredicto.

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