La fosa día a día amplía su tamaño… no hay distinción de edades…la meta es una, llenarla.
En los libros de historia, se mantienen guardadas otras fosas, cada una con su nombre y el culpable de turno de tal o cual atrocidad.
También las guerras ocupan un lugar grabado con letras de sangre… todas las víctimas tenían nombre, también padres, hermanos y quizás hijos.
Aprender no es una prioridad humana, prueba está que el salvajismo, las matanzas, los exterminios, se suceden y multiplican con el correr de los años.
La inteligencia puesta en acción en la fabricación de armas capaces, si así se decidiera, de acabar con este único mundo que nos alberga y conocemos.
Estamos frente a un nueva y sangrienta confrontación, entre un invasor sin escrúpulos, sediento de poder, con ínfulas de grandeza, frente a un pueblo que defiende su territorio y su derecho de vida.
Una vez más la mayoría del mundo observa, opina, condena, pero solo unos pocos son los que actúan brindando ayuda.
Continúa latente la pregunta…¿para ésto bajamos de los árboles?
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