Pues la verdad sea dicha, es que en estos días de encierro, nerviosismo y cuando no quedan más estantes, cajones ni rincones que limpiar, pues te pones a leer, todo lo que pillas, y nuestro periódico El Nostre sobre todo y al leer el magnifico articulo de Bartolomé Sans sobre la peste y su recorrido histórico tan interesante, me viene así de golpe, a la memoria, cuando fui a Toulouse al entierro de la Federica Montseny, la conversación sobre la vida y la muerte, la fragilidad de las personas, de la multitud de dificultades que tenemos que enfrentar.
Me decía mi contertulio que al acabar la II guerra mundial en Oran, fue a visitar a un compañero que estaba enfermo, en la puerta, antes de subir al piso, bajaba otro compañero y le dijo: “No subas, está muy enfermo” El enfermo murió tres días después, el que se lo dijo un mes después y él estuvo tres meses en la cama hasta que superó aquella enfermedad.
Según estudios sobre las epidemias que la humanidad viene sufriendo, la que menciono más arriba, ya fue descrita por Albert Camus, con toda profundidad, y aunque su trabajo periodístico se desarrolló en París, él nació en Argelia y su origen era español, murió, no de tuberculosis, enfermedad que arrastraba desde tiempo, sino de un accidente de coche.
La que fue llamada “la gripe española” que de tal no tenía nada, fue motivada por la consecuencias de la primera guerra mundial y por que España no participó en ella.
Otro debate del que tengo noticias era la preocupación de los parisinos por la gran cantidad de ratas que hay en el metro, puedo asegurar que son muy simpáticas, si estás un tiempo esperado tu metro que te devuelva a “ta chambre” después de un día de trabajo y de clases, salen y casi van a comer a tus manos.
Eliminar las ratas no era problema, con envenenar una, las otras morirían, en pocos días. Alguien dijo con toda la razón del mundo, que el contagio sería tan enorme, con los doce millones que éramos en la ciudad del Sena, sin contar la periferia, que aquello hubiera sido una catástrofe de dimensiones inimaginables, así que el colectivo de las ratas viven en la ciudad sin licencia de permanencia, ni contrato de trabajo ni nada, muy dichosas ellas.
Así que tomar conciencia del peligro que corremos los humanos, en cualquier parte del mundo es una realidad que nos tendría que hacer reflexionar y dejar de pensar que los ecologistas son unos exagerados y algunas otras tonterías que he oído.
Después de que esta situación se supere, ¿no pensará esta sociedad que hay que organizarse de otra manera? ¿qué otros valores, morales, económicos y demás no deben de ser diferentes? Vamos a ver.
Salomé Moltó
Claro Salomé, esta sociedad debe organizarse de otra manera, los filósofos podrían resolverlo perfectamente, pero ellos no tienen el poder, «That is the question». Todos hablan de la necesidad de un nuevo Contrato Social, pero ninguno esboza mínimamente cómo debe ser (bueno, sí, lo que mencioné antes, algunos filósofos).
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