¿Alabanzas, a quien?


 

Días atrás, el mundo judío conmemoro la fiesta del “Pesaj” hebreo, que en principio rememora la liberación del pueblo de la esclavitud en Egipto. El primer día, es decir en la tarde, se reúne toda la familia e invitados en derredor de la mesa y se lleva a cabo el “Seder de Pesaj” y se lee la “Hagada”, es decir la narrativa que se repite año tras año en la misma fecha del éxodo del pueblo. La persona mayor de la casa, por lo general el padre de familia inicia la narrativa, y luego se van agregando a la lectura todas las personas en torno a la mesa. Los niños tienen su parte fundamental, cuando son los que plantean una serie de preguntas con respecto a aquel evento milenario. Al final es servida la cena, que incluye también una serie de ceremonias, en especial oraciones en alabanza del supremo. Luego y durante un total de siete días, los judíos están obligados a consumir el pan ácimo, en lugar del pan común. Se recuerda así que los hebreos en el desierto de Sinaí, no tuvieron tiempo de cocer el pan con levadura, y el resultado es una fina masa sin miga. La pedagogía de la narrativa de Pesaj seria que de generación en generación aprendan todos los hebreos a valorar la vida en libertad.

Hasta aquí la descripción resumida del evento. Recordar la salida del pueblo hebreo de Egipto, que deja atrás más de 400 años de esclavitud y anhela recuperar su libertad. Durante un periodo de 40 años, el pueblo vagó por el desierto del Sinaí, bajo la dirección de su líder, Moisés. La finalidad era la de amalgamar al pueblo, concretar una constitución legal, con leyes y normas que comprometan a todos y cada uno, para luego poder acceder a la Tierra Prometida, aquella que le fue concedida en su tiempo al patriarca Abraham.

Hasta aquí todo muy bien, un relato heroico de un pueblo que paso a ser libre, y luego independiente y soberano en su propia tierra. Solo un problema empaña toda esta hermosa historia popular, el único héroe de tal emblemática hazaña, es “dios”. Ni siquiera el líder, aquel príncipe egipcio, Moisés, es considerado en esta narrativa un héroe. Nada, porque aquel solo cumplía las ordenes del supremo y las llevaba a cabo. No hay aquí a quien erigir un monumento, ni siquiera una tumba simbólica sobre la cual llorar la perdida e idolatrar la lucha por la libertad. Nada, solo dios.

El nombre del supremo en sus diferentes variantes, aparece unas 250 veces en esa “Hagadá”. Y se relata que aquel, “con mano fuerte y brazo erguido” llevo a los hebreos a la libertad. Su poder militar se limitó a verter sobre los egipcios y sus lideres 10 terribles plagas, lo cual “convenció” a dejar a los hebreos salir al éxodo que los llevo al futuro promisorio. Nada de guerra de guerrillas, ni fuerzas armadas, y por supuesto tampoco héroes de carne y hueso, a quienes luego el pueblo pudiese venerar. Solo el supremo siempre dispuesto a cuidar de su pueblo, en la medida que este continúe adorándole. También cuando tuvieron que combatir contra los amalecitas en el desierto de Sinaí, aquel dio ventaja a su “pueblo elegido”. Esto, el ser electo, demuestra la vigorosa presencia del todopoderoso en la vida de los hebreos, y luego de Israel y Judea.

Esa predilección por la fuerza divina, en lugar de desarrollar y confiar en sus propias fuerzas, se extiende desde esa época y por toda la historia futura. La redención bajo la fe en lo divino, la esperanza de la aparición del Mesías, el enviado del supremo que hará todo por la seguridad del pueblo. El dios únicamente, en lugar del sacrificio personal.

En un texto reciente, hice hincapié en el rechazo por parte de los líderes religiosos, de toda autoridad de carne y hueso, desligando tal responsabilidad en la autoridad divina. Es decir, una teocracia, incluso bajo cualquier otra autoridad foránea, los Persas, Asirios, Babilonios, Griegos, Romanos y cuanto invasor acudiese a explotar las tierras de Israel y Judea. Eso mismo es lo que se conmemora en este “Pesaj”, el destino del pueblo en manos de un solo héroe, dios.

“El dios de Israel, dice una oración, es quien domina y dirige al mundo entero y a sus fieles… y los enemigos de Israel, solo serán vencidos por el dios todopoderoso”. Pese a ello, en la narrativa de esta festividad se repite una y otra vez, que “en toda generación, debe el hebreo, verse a si mismo, como si él mismo hubiese sido quien salio de la esclavitud en Egipto”. Muy bien recordarnos que la dictadura divina esta pendiente, y entonces las personas deberían tener claro, que todo depende de cada uno y no de ninguna figura celestial.

Josef Carel

2 comentarios sobre “¿Alabanzas, a quien?

  1. Gracias Josef, por hacernos conocer la historia de tu pueblo. Yo digo tu pueblo, pero en realidad considero que es también el mío y el de todos, que todos somos hermanos y debería haber una sola patria, el mundo; obviamente, con una sola ciudadanía. ¿Utopía? Bah, yo diría «sentimiento».

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  2. Gracias amigo Cesar, cierto que se trata de una utopía, y no obstante comparto contigo esas ambiciones. En esta crisis que estamos viviendo (muriendo?) ahora, podemos encontrar ambos extremos, mucha solidaridad, como crueles personas, estos últimos en particular entre los dirigentes políticos. ¡Nos vemos a la vuelta!

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