Vi las llaves en la cerradura sin pensar que las mías habían quedado en mi bolso, ¿habías vuelto?
Entré despacito y empecé a mirar desde el pasillo, el salón metro a metro, un mueble tras otro y no estabas.
Esas sillas vacías, esa mesa brillante y limpia donde tomábamos el desayuno, esos platos que yo enjaguaba, esas tazas de café, las ollas en los estantes, las brillantes ventanas. Todo lo miré, poco a poco, recordando cuando antaño tu estabas, en tu silla tomando el desayuno antes de partir al trabajo, yo somnolienta te observaba, te gozaba, te escuchaba. Llevaría los niños al colegio como cada día y tu los recogerías por la tarde y así, podrías jugar con ellos un rato en el parque. Y el doloroso recuerdo de aquel día cuando nuestro hijo cayó por la escalera y se rompió el tobillo.
He ido al baño para recoger los arreos de tu afeitado, de tu higiene, las toallas, el jabón, pero no hay nada, todo está limpio, frio, ordenado. Insípido más bien. Una fugaz vuelta a ese pasado, a unas vivencias que ya no son, ni pueden serlo, porque hace tiempo que te fuiste.
Las llaves en la cerradura me habían hecho creer que habías vuelto y te he buscando ansiosamente, con una brizna de esperanza, pero todo está silencioso, muerto, finiquitado. No has vuelto por mucho que yo anhele tu vuelta .
Doña Elisa, nuestra vecina, me ha dado las llaves que se me habían quedado en la cerradura. “Vaya en cuidado no las pierda” me ha dicho amablemente.
¡Ha, eran mis llaves!. Ya ves cuanto anhelo tu vuelta, tanto que mi imaginación, escapa de mi mente y me hace sentir, algo, que parece imposible.
Pero mantener en mente hermosos recuerdos, siempre será un refugio para soportar el desamor y la tristeza que siempre provoca el abandono.
Salomé Moltó
Recordar es revivir,,,pero no siempre es agradable…
La memoria de tanto en tanto nos juega de contrincante.
Gusté leerte, amigazo
Shalom
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